Utilizamos potentísimos cohetes para empujarnos a nosotros
mismos contra el combustible que dejamos atrás como un lastre. ¿No sería
más fácil empujarnos a nosotros mismos contra los cimientos firmes de la
gravedad?
No vale la pena rebuscar en el significado de la frase anterior,
porque solo es una forma de expresar que la gravedad sigue siendo una
interacción incomprendida, y que tal vez oculte una forma mucho más eficiente
que el principio de acción y reacción para escapar de su influencia.
Efectivamente, si es cierto que las partículas deben
entenderse como campos estacionarios que se proyectan hacia posiciones
localizadas, aumentando exponencialmente su densidad, entonces la densidad de
los campos tiene que disminuir al aumentar el radio de onda, a la vez que
aumentará la superposición con otros campos y nos acercamos a lo que parece ser
la realidad no localizada. Dos partículas necesitarán determinados radios de
onda para alcanzar la superposición, y aquí
nos vamos a referir a dichos radios como radios de enlace, que
serán mayores cuanto más grande sea la distancia que separa a las dos
partículas.
Además, si reconocemos que las proyecciones casi puntuales
de los campos son corpúsculos extremadamente densos, pero siguen siendo parte
de los campos que los proyectan, entonces las posiciones puntuales o
localizadas deben de ser tremendamente inestables, ya que la más mínima
perturbación de los campos hará que se proyecten hacia nuevas posiciones, y los
viejos corpúsculos desaparecerán del mapa de probabilidades como una corriente
que fluye y se dispersa.
De ser así, sería evidente que las interacciones con radios
de enlace muy pequeños tendrían una eficiencia muy baja en términos de
propulsión, porque sería como empujar sobre algo inconsistente, tan
indeterminado como demostró Heisenberg con el famoso principio que lleva su
nombre. Por otra parte, será cierto que la energía entregada por cualquier
interacción aumentará cuanto menor sea la distancia y los radios de enlace, de
forma que son mucho más fuertes las reacciones nucleares que las reacciones
químicas, por poner un ejemplo. Pero si la eficiencia se reduce aunque aumente
la energía entregada, entonces un cohete impulsado por reacciones químicas o
nucleares, entre partículas, no puede ser eficiente porque los radios de enlace
serán muy pequeños.
Paradójicamente, podría ser cierto que los cimientos más
firmes de la gravedad estarían a nuestro alcance, si encontramos la forma de
expandir las acciones y reacciones hasta radios de enlace mucho más grandes,
hasta radios de enlace gravitatorios donde un todo se divide y se proyecta
hasta posiciones locales.
El modelo de gravedad que se propone en esta segunda parte
se basa en esos campos que se tensan al aumentar sus radios de onda, hasta la
superposición cuando alcanzan un radio de enlace gravitatorio. Solo es una
aproximación que se parece mucho a la ley de Newton, se comporta de igual forma
en el sistema solar, pero explicaría las velocidades de rotación tan altas en
las galaxias, la formación de brazos espirales y la estructura filamentosa del
Universo, sin materia oscura.
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