Si pensamos que la realidad nos toma el pelo como si
fuéramos inocentes pardillos, las partículas virtuales nos aportarán argumentos
para convencernos del todo. De un montón de tierra no podemos extraer una
montaña ni convertirla después en una mota de polvo y un grano de arena, pero de
un quark sí puede salir un bosón veinte mil veces más pesado para desaparecer
inmediatamente en la nada, no dejando más residuo que un antineutrino y un
solitario electrón. Podemos preguntarnos por qué, pero no encontramos otra respuesta que el
principio de indeterminación de Heisenberg. Está claro que las cuentas encajan si lo que aparece de la nada vuelve a desaparecer, pero los bosones virtuales nos hacen una magia demasiado buena, no es fácil contentarse con lo que nos dice el principio de indeterminación.
Las partículas responsables de la interacción nuclear débil
son los bosones W y Z. El bosón W- es el que aparece en la desintegración de
los neutrones para convertirse en protones, el bosón W+ interviene en el
proceso inverso para convertir un protón en un neutrón y, por último, el bosón
Z es el responsable de que aparezcan parejas leptón-antileptón,
neutrino-antineutrino y quark-antiquark. Por ejemplo, el choque entre dos
fotones (sin masa) puede provocar la aparición de una pareja electrón-positrón,
y a la inversa, pero entre medias entra en juego el tremendo bosón Z que es más
pesado que un átomo de hierro completo.
Recordemos que los leptones son partículas que no pueden
ocupar a la vez el mismo espacio u orbital, y que por eso se diferencian por
espín semientero como los electrones, cuyo espín puede ser 1/2 y -1/2. Los
leptones que pueden derivarse de un bosón Z son electrones, muones y tauones,
junto con sus respectivas antipartículas. El bosón W tiene carga eléctrica
positiva o negativa, pero el Z es neutro porque siempre decae formando una
pareja de partículas con carga opuesta, cuyo resultado es neutro. Por lo tanto,
el W+ y el W- son partícula y antipartícula, mientras que el Z es antipartícula
de sí mismo.
Se pueden citar 3 formas de convertir un elemento químico en
otro diferente: Por fusión o por fisión de átomos, por emisión de partículas
alfa (que son núcleos de helio con dos protones y dos neutrones), y por una
especie de transmutación que convierte a un protón en un neutrón, o a la
inversa. En cualquiera de los casos aparece algún elemento químico diferente
porque cambia el número de protones. Ya sabemos que la fusión es más propia de
átomos que son más ligeros que el hierro, por esa razón cuando una estrella
comienza a formar hierro disminuye sus reacciones de fusión y la gravedad gana
la batalla. Al contrario, la fisión nuclear devuelve más energía de la que
absorbe a partir de átomos más pesados que el hierro.
Para iniciar una fusión o una fisión se necesita aportar
energía previa, pero existen átomos inestables que son radiactivos y emiten
partículas de forma natural para convertirse en elementos químicos diferentes,
por ejemplo emiten radiación los que resultan de una fisión nuclear o elementos
muy pesados que se encuentran en la naturaleza. Entre las desintegraciones
naturales se encuentra la emisión de partículas alfa y la transmutación entre
protones y neutrones, conocida esta última como desintegración beta de la que
ahora nos ocuparemos, pues en ella participan los bosones W.
Al hablar de la desintegración beta nos referimos a la emisión
de electrones o bien de positrones, como resultado de neutrones que se
transforman en protones, o a la inversa. Los electrones y positrones emitidos
tienen su origen en el núcleo atómico, por lo que no se deben confundir con los
electrones de los orbitales cuyos niveles de energía son mayores. Un electrón
nuclear salta mayor número de niveles de energía que un electrón orbital, y su
espectro de emisión refleja una frecuencia de oscilación mayor, es decir, que
es arrancado o desprendido con mayor energía porque se encontraba en un nivel
inferior, aunque parezca contradictorio.
La estabilidad de los neutrones aislados no va más allá de
unos 15 minutos, transformándose de forma espontánea en un protón, un electrón
nuclear y un antineutrino electrónico. Pero esa misma desintegración de
neutrones, representada al comienzo de este apartado, también ocurre de forma
natural en los átomos cuyo número de neutrones es mayor que su límite de
estabilidad. Por ejemplo, los isótopos estables del oxígeno son los que tienen
entre 8 y 10 neutrones, todos ellos con 8 protones como corresponde a su número
atómico, pues en caso contrario no estaríamos hablando de oxígeno. Por ejemplo,
un isótopo de oxígeno con 11 neutrones no es estable, de forma que uno de sus
neutrones tarda unos 27 segundos en convertirse en un protón, y el resultado es
un átomo de flúor porque se ha incrementado en uno su número atómico. El átomo
de flúor que resulta es estable con 9 protones y 10 neutrones, lo que suma 19
nucleones como el átomo de oxígeno original.
Al contrario, un isótopo de oxígeno con 7 neutrones también
es inestable, pero en este caso tiene un neutrón menos de lo que permite su
estabilidad, por lo que ahora es un protón el que se convertirá en un neutrón,
y el resultado es un átomo de nitrógeno estable con 7 protones y 8 neutrones,
lo que suma 15 nucleones como el átomo de oxígeno original.
Como es evidente, en toda reacción nuclear se conserva el
número de nucleones, pero también se conserva la carga eléctrica resultante.
Por ese motivo cuando un neutrón se convierte en un protón tiene que emitir un
electrón nuclear. Sin embargo, la suma de masas del protón y electrón
resultantes no coincide exactamente con la masa de un neutrón, lo que se
explica porque el electrón es emitido con una cierta energía cinética, es
decir, que también se conserva la suma de masa y energía según la equivalencia
de Einstein E = m·c2. Aún así, la suma de masas del protón y
electrón, añadiendo la energía del electrón, todavía no coinciden exactamente
con la masa del neutrón original y por esa razón se predijo que debería ser
emitida otra partícula, que sería un antineutrino en el caso de la
desintegración de un neutrón y, lógicamente, neutrino en la reacción inversa.
Es importante destacar que la equivalencia de Einstein entre
masa y energía, en las reacciones nucleares, no significa que algunas
partículas se conviertan íntegramente en energía, pues como se ha dicho se
mantiene el número de nucleones y aparecen partículas nuevas como los
electrones nucleares y los antineutrinos. Se puede decir que dos isótopos del
mismo elemento, con diferente número de neutrones, tienen una masa por nucleón
ligeramente diferente, y eso es así porque el isótopo inestable se transforma
en otro isótopo estable a costa de emitir partículas con energía, lo que
restará masa al núcleo resultante, que es más estable.
En consecuencia con el párrafo anterior, el defecto de masa
de un núcleo atómico en su equivalente como m·c2 es precisamente la
energía de enlace que mantiene unidos a los nucleones, la masa que se obtiene
experimentalmente es un poco menor de la esperada por su número másico. Para
romper el enlace entre nucleones se necesita aportar tanta energía como el equivalente
a su defecto de masa, y por esa misma razón se comprende que los enlaces más fuertes no lo son porque tengan más energía sino al
contrario.
El máximo defecto de masa por nucleón está en la zona del
hierro o níquel, lo que significa que son los elementos más estables. Por lo
tanto, los núcleos más ligeros tenderán a fusionarse con desprendimiento de más
energía de la que consumen, pero los núcleos más pesados tenderán a romperse
para desprender más energía de la que consumen.
En el cuadro adjunto vemos en primer lugar la
desintegración de los neutrones de forma similar a la figura inicial de este
apartado. La reacción inversa, en segundo lugar, convierte a un protón en un
neutrón emitiendo un positrón y un neutrino. Ya se dijo que los neutrones son
inestables en estado libre, porque la suma de masa y energía de los productos
resultantes puede igualarse con la del neutrón original. Al contrario, un
protón libre será estable porque la suma de masa y energía de los productos
resultantes tendría que ser mayor que la del protón original.
Por lo tanto, los protones solo se transforman en neutrones
cuando están confinados en el núcleo atómico, pero los neutrones pueden
transmutar en estado libre o estando confinados. El neutrón resultante de un
protón no podría tener defecto de masa, pero el núcleo de litio que resulta de
la desintegración del berilio, según el cuadro anterior, sí puede tener un
defecto de masa y encajar las cuentas de conservación de masa y energía.
La desintegración beta explica que los protones y neutrones
se intercambien cuando no están compensados en el núcleo de los átomos,
correspondiendo a una interacción débil. Actualmente se acepta que la
interacción nuclear fuerte, la que mantiene unidos a los protones y neutrones,
también es debida a transmutaciones entre protones y neutrones cuyas reacciones
son del siguiente tipo:
Hay que hacer notar que estas reacciones no son más fuertes
que las debidas a la desintegración beta, y de hecho se consideran como un
residuo de la interacción nuclear débil, una fuerza nuclear fuerte residual…
Extraño, pero posible si tenemos en cuenta que la fuerza de la que carecen se
compensa con la probabilidad y la frecuencia con la que ocurren, ya que
protones y neutrones transmutan continuamente su estado por emisión y absorción
de mesones Pi o piones.
En la primera reacción anterior, un neutrón se convierte en
protón emitiendo un pión negativo, que es absorbido por otro protón para
obtener de nuevo un neutrón, y el balance completo es la causa de una fuerza de
atracción. La segunda reacción es muy similar, siendo un protón el que se
convierte en un neutrón por la emisión de un pión positivo, que es absorbido
por otro neutrón para obtener de nuevo un protón.
Los piones positivos están compuestos por un quark “up” y
otro “anti-down”, los piones negativos están compuestos por un quark “down” y
otro “anti-up”, y también existe el pión neutro que se descompone normalmente
en dos fotones de alta energía.
Hasta el momento se ha dejado claro que todas las reacciones
nucleares conservan el total de masa y energía, aunque ambas cosas puedan
variar por separado. Sin embargo, las partículas consideradas portadoras como
los bosones W y Z, incumplen descaradamente lo que siempre se había creído
intocable, aunque sea cierto que su atrevimiento se deja sentir un tiempo muy
breve, tan pequeño que la luz apenas recorrería una distancia similar al tamaño
de un átomo. En la siguiente figura se muestra en el lado derecho lo que
realmente le sucede a un neutrón cuando se desintegra.
El neutrón está formado por un quark “up” de carga +2/3 y
dos quarks “down” de carga -1/3, resultando una suma neutra. Uno de los quarks
“down” se descompone en un quark “up” y el bosón W- de carga -1, ya que la
carga resultante debe coincidir con la del quark “down”. Finalmente se forma un
protón con dos quarks “up” y uno “down”, a la vez que el monstruoso bosón W-
desaparece dejando como residuo un electrón nuclear y un antineutrino
electrónico. Ciertamente se conserva la suma de masa y energía antes y después
de la desintegración, pero el gigante W- deja claro que no es así en el proceso
intermedio.
La explicación de semejante aberración tiene en cuenta la
indeterminación que existe en los estados de las partículas. Es imposible
determinar a la vez la posición y la cantidad de movimiento, pero no porque
falte la tecnología necesaria sino porque la realidad que se conoce no lo tiene
definido a la vez. Si hay una indeterminación en esas dos magnitudes, también
la hay en la masa y la energía, de forma que una masa y energía muy grandes
puede ser compensado con un tiempo muy pequeño sin desbordar los límites de la
indeterminación.
A la mecánica cuántica le salen así las cuentas, pero es
evidente que si explicamos por qué se puede sacar una montaña de un montón de
tierra según el principio de indeterminación, podemos seguir preguntando cómo
se explica el propio principio de indeterminación, ¿o es que deja de ser más
extraño que una montaña virtual solo porque sabemos que se cumple y ha pasado a
ser parte del conocimiento?
Al menos, lo que sí parece comprensible es que una vida tan
corta del bosón W puede explicar por qué la interacción es de tan corto
alcance, pues ya se ha dicho que su alcance no podría llegar más allá de los
límites de un átomo.
Principio de indeterminación de Heisenberg ¿Hasta que punto es real? Si es un principio y no unas leyes como las de Newton por algo es ¿no?
ResponderEliminarLo veo como algo debido a la tecnología: no somos capaces de captar la posición de un electrón sin modificar su posición. Pero que no seamos capaces no quiere decir que no tenga una posición determinada en un tiempo determinado.
Leo algunos textos que parece que intentan explicar que mi explicación tiene un fallo pero que no termino de entender.
Dicen haber detectado el bosón W. De acuerdo, no niego que hayan detectado algo. ¿Pero eso puede asegurar que forma parte del proceso de desintegración?
El principio de indeterminación de Heisenberg nació de su matemática matricial para describir a las partículas, y más tarde se comprobó que la función de onda de Schrödinger era equivalente pero mucho más fácil (claro que lo de fácil es muy relativo), y también aparecía la misma indeterminación propia de la función de onda. Eso quiere decir que si se hace una estimación cualquiera mediante la función de onda, el error que se puede cometer es la suma de dos errores: Uno el que se debe a deficiencias tecnológicas y otro el que se debe a la propia función de onda que no se puede eliminar.
EliminarTal vez la función de onda todavía no sea la mejor descripción de las partículas, pero es que realmente las partículas responden como un sistema fuertemente inestable, cuya respuesta es errática por naturaleza dentro de unos límites. Pongamos dos ejemplos… Tiramos una bola por una rampa con paredes laterales y podemos asegurar que aparecerá al final de la rampa. El otro ejemplo es lo mismo pero sin paredes laterales y una rampa llena de irregularidades.
Sean lo que sean las partículas, su dinámica real se parece al segundo ejemplo, y aunque algún día sepamos lo que son de verdad, no habrá matemático que sea capaz de modelar exactamente su dinámica, por lo que su respuesta seguirá estudiándose por técnicas de probabilidad. El principio de indeterminación surge realmente de la naturaleza de la realidad. Eso es más o menos lo que defiende la mecánica cuántica aunque se diga con otras palabras.