Me han dicho que para innovar se necesita conocer a fondo la
relatividad y la mecánica cuántica, que otros han recorrido ya los primeros
pasos del camino, y lo comprendo, pero ahora es más dominante mi desconfianza que
mi fe. Lo siento, mis ojos ven y mis pies comprimen la tierra que piso,
distingo perfectamente mi reposo relativo de la inercia que es propia del movimiento
acelerado. Son las matemáticas las que no pueden explicar la diferencia, porque
se limitan a igualar una causa y un efecto que no son de la misma naturaleza.
Las matemáticas no mienten, pero no demuestran la igualdad física entre la
causa y el efecto.
La gravedad, indomable, vuelve a ser la protagonista en esta
cuarta parte. En primer lugar se probará que la gravedad planteada en la
segunda parte, al igual que la gravedad newtoniana, pueden explicar el mismo
adelanto en el perihelio de Mercurio que la relatividad general, añadiendo
simplemente un retardo de transporte (de la gravedad) a la velocidad de la luz.
En la gravedad de Newton se retarda la distancia, una interpretación efectiva pero
conceptualmente inconsistente, ¿cómo se entiende por ejemplo que la distancia
real sea de un millón de kilómetros, pero se hagan cálculos como si fuera
diferente?
Esa inconsistencia desaparece si cada partícula y cada masa
no son más que proyecciones localizadas de campos estacionarios. No es la
distancia lo que se retrasa sino la tensión entre los campos que interaccionan,
y ese mismo retraso es la razón por la que las órbitas reducen su excentricidad.
¿Cómo es posible que ninguna teoría haya afrontado seriamente el problema de la
estabilidad? Como veremos, la simple condición de añadir un retraso en el radio
de enlace de los campos, no solo puede explicar la rotación del perihelio sino
también la estabilidad orbital, justificando la regularidad en los planetas del
sistema solar que de cualquier otra forma conocida no tendría sentido.
Por desgracia, está resultando muy difícil avanzar en un
modelo de la gravedad partiendo de los campos estacionarios. Veremos una serie
de aproximaciones cuyo principal inconveniente es encontrar un significado
coherente de “masa”. Como ya se ha dicho anteriormente, tal vez se necesite una
nueva física en la que no exista la definición de “masa”, o tal vez, después de
todo, sí se necesite una cabeza muy grande para seguir avanzando.
Personalmente, creo la física no debería convertirse en una
parcela privada para superdotados o para quienes creen serlo, debería
participar cualquiera que disfrute imaginando qué es la realidad, qué somos, de
dónde venimos y a dónde vamos. La vía correcta para salir del laberinto de la
razón que ahora nos atrapa puede hallarse en alguno de esos ejercicios de
imaginación, aunque no proceda de una mente prodigiosa. Por lo tanto, nada me
gustaría más que abrir las puertas de la física de par en par.
No hay comentarios:
Publicar un comentario