La masa se mide por comparación con un patrón de referencia
llamado Kilogramo masa, compuesto de una aleación de platino e iridio que se
guarda en la Oficina Internacional de Pesas y Medidas en Sèvres, cerca de París.
Se define como la cantidad de materia de un cuerpo, y para
medirla se necesita una balanza y pesas calibradas en múltiplos o submúltiplos
del Kilogramo masa. Frente a esa masa gravitatoria, se estableció un nuevo
concepto de masa inercial de un cuerpo como la relación entre la fuerza
aplicada y la aceleración que adquiere.
Mientras que la masa gravitatoria se mide en reposo, la masa
inercial exige movimiento y, por elemental que ahora parezca su equivalencia,
nadie lo reconoció hasta que Einstein lo estableció. Como se sabe, el principio
de equivalencia entre los dos tipos de masa fue el punto de partida para
desarrollar la relatividad general. La masa es variable como lo es el tiempo y
el espacio, aumentando teóricamente hasta infinito si alcanza el límite de la velocidad
de la luz.
Podemos comparar cantidades de materia más y más pequeñas,
pero finalmente debemos preguntarnos cuál es el origen de la masa de las
partículas elementales, por lo que volvemos a recurrir a Einstein como fuente
de inspiración. Supuso que si una masa emite una radiación con energía E y ésta
se propaga a la velocidad de la luz, entonces debería existir una pérdida de
masa equivalente a la energía emitida, proponiendo que la pérdida de masa sería
igual a la energía de la radiación dividido entre el cuadrado de la velocidad
de la luz. Sin embargo, la verdadera demostración que avala esta suposición es
experimental, y la famosa equivalencia entre masa y energía es un principio
descubierto por intuición.
Según la relatividad, una masa m0 que se
encuentre en reposo se incrementa según el factor de Lorentz cuando se mueve
con velocidad “v”. De la equivalencia entre masa y energía se deduce entonces
la energía total, siendo válida para la luz o cualquier partícula, sin más que
hacer la masa en reposo igual a cero en caso de la luz. Por lo tanto, la luz
transmite un momento lineal (p) que depende de su energía aunque se considere
que no tiene masa en reposo.
Con baja energía se puede aceptar que la energía cinética
será la diferencia entre la energía total E y la energía en reposo E0.
Desarrollando en serie el factor de Lorentz y tomando solamente los dos
primeros términos, se deduce que la energía cinética coincide prácticamente con
la mecánica clásica, ya que el factor de Lorentz y los dos primeros términos de
su expansión en serie tienden a coincidir si la velocidad es mucho menor que c.
Se podría decir que la masa no existía en los primeros
instantes del Big-Bang y que tuvo su origen en la energía según el principio de
equivalencia. Nos podríamos seguir preguntando por el origen de la energía
pero, después de todo, es imposible hacer física sin aceptar principios que no
tienen demostración. Sin embargo, la equivalencia entre masa y energía no puede
justificar que los fotones no tengan masa pero los bosones W y Z, portadores de
la fuerza nuclear débil, sean extraordinariamente masivos.
Para resolver el problema, Peter Higgs y varios físicos
plantearon que si existe un campo electromagnético del que dependen las
propiedades electromagnéticas de las partículas, también podría existir un
campo de Higgs del que dependería su masa. Se piensa que en algún momento del
Big-Bang cristalizó ese campo al descender la temperatura, transfiriendo
inercia a las partículas dependiendo de su reacción con el campo. Así, las que
experimentaban reacciones más grandes tendrían mayor masa y su velocidad
tendría que ser menor que la de la luz. Al contrario, los fotones no tendrían
masa como resultado de atravesar el campo sin interacciones, de la misma forma
que un campo eléctrico no afecta a las partículas sin carga.
El campo de Higgs resolvía el problema teórico, pero se
necesitaba una forma de verificar experimentalmente su validez y se pensó que,
si todo campo de fuerza tiene una partícula portadora de la interacción,
también debería existir una partícula portadora que recibió el nombre de bosón
de Higgs. Encontrar ese bosón se convirtió en uno de los objetivos más
perseguidos por los físicos, hasta que recientemente parece haber sido
encontrado con el acelerador de partículas más grande del mundo (el LHC), la
máquina más grande que jamás se haya construido.
De no haber existido tal bosón, toda la física de partículas
tendría que haber sido revisada porque es una pieza imprescindible de la
teoría. Como sabemos, el modelo estándar de partículas y su correspondiente
teoría cuántica de campos son el modelo que ha conducido a las predicciones más
exactas que se han conseguido en física.
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