En los apartados anteriores hemos interpretado que la
gravedad afecta a la masa acumulada de los campos que interaccionan, masas que
son variables con la distancia y teóricamente infinitas. En todos los casos
encontrábamos algunas consecuencias dinámicas pero no teníamos en cuenta la
causa central, de la que ahora nos ocuparemos, y veremos que la conclusión más
importante parece apuntar a que dicha acción no es infinita. La acción central
no basta para contener a la parte de los campos con proyección real, y eso
debería significar que se propaga hasta las posiciones localizadas como una
onda de presión, como en las esferas de la imagen.
Una masa se añade por un extremo y otra es impulsada en el
extremo opuesto, permaneciendo en reposo las masas intermedias que se limitan a
propagar el impulso. El conjunto de las esferas gana masa por un extremo y la
pierde por el otro, se desplaza como si fuera un solo cuerpo de gran masa pero el
único movimiento real está en sus extremos. Si realimentamos ambos extremos con
una velocidad de propagación finita, el conjunto completo se moverá, pero no
tendrá más inercia que la correspondiente a una sola de las esferas, de la
misma forma que un campo no tendría más inercia que la correspondiente a su
masa localizada, una sola de las infinitas secciones de su corriente.
En el modelo aproximado de gravedad propuesto en la segunda
parte suponíamos que la interacción entre dos campos tenía lugar para un
determinado radio de superposición o de enlace, y que dicho radio sería
proporcional a la mayor de las deformaciones, es decir, la distancia entre la
masa menor y el centro de masas. Tal como se ha definido la distribución de un
campo, será cierto que existe un radio de enlace con densidad máxima, y que
podemos aceptar como aproximación que dicha densidad máxima representa la tensión
del campo. También se recuerda que las aceleraciones solo deberían tener
sentido cuando existe movimiento, por lo que un cuerpo en reposo sobre la
Tierra no estaría acelerado sino “tensado”.
Una carga eléctrica acelerada emite radiación
electromagnética, pero la misma carga en reposo sobre la Tierra no la produce,
y eso debería significar que el peso de los cuerpos no guarda relación con
aceleración alguna, que la masa gravitatoria es un concepto de conveniencia, y
que la relatividad general se queda sin soporte físico, al no poder establecer
equivalencia entre masa gravitatoria y masa inercial. ¿Se reconocerá algún día
que ha sido una equivocación definir el peso como masa por aceleración?
Aquí vamos a suponer que lo es, y que la única forma de
establecer una determinada acción sobre un cuerpo es tensando el campo de dicho
cuerpo. Sin restricciones, la tensión del campo se traduce en aceleración. Con
restricciones no hay aceleración, pero la tensión permanece en el campo y
justifica el peso del cuerpo.
Básicamente, la supuesta equivalencia entre masa
gravitatoria y masa inercial parece ser el resultado de igualar una causa y su
consecuencia. La causa es la tensión de un campo y la consecuencia es el
movimiento acelerado de su masa localizada, lo mismo que se acelera un cuerpo
amarrado en el extremo de un muelle tensado. Causa y efecto pueden ser
expresados como fuerzas que se igualan para establecer un equilibrio, pero eso
no significa que sean lo mismo, no son equivalentes físicamente. Cuando
Einstein defendía que es imposible distinguir entre un campo gravitatorio y un
movimiento acelerado tendría que haber especificado que la distinción solo es
imposible matemáticamente, porque es “evidente” que una pizca de inteligencia y
unos ojos abiertos pueden bastar para reconocer la diferencia, a menos que nos
encontremos encerrados en un cajón opaco al exterior.
Sí, es cierto que se puede igualar una causa y su efecto, que
siempre mediremos exactamente la misma masa con una balanza o determinando su
aceleración cuando se aplica una fuerza… Y si es cierto se puede llegar a
predicciones correctas como lo hace la relatividad general, pero se puede decir
NO, y mil veces NO, a la equivalencia física entre la causa y su efecto. La
equivalencia entre los dos tipos de masa no puede tener más reconocimiento que
la más pura y dura abstracción matemática.
Comenzaremos analizando la causa de la gravedad aceptando
que la densidad superficial de un campo sí es equivalente a su tensión, pero
ahora integraremos para determinar la acción total que se aplica sobre la
proyección local del campo. Si dicha acción resultara ser infinita deberíamos
entender que se aplica sobre la masa acumulada completa, que toda la proyección
tendría inercia y se movería como un bloque de masa infinita. Al contrario, si
la acción total resultara ser finita entenderíamos que la acción se propaga
hacia la masa localizada del campo, y el resto de la proyección respondería
como una ligadura entre la masa local y el campo central.
Puesto que partimos de una tensión, la fuerza o acción
correspondiente debe calcularse como el producto de la tensión por una
superficie, y eso significa que la superficie tendría que ser equivalente a una
masa si queremos aplicar una dinámica semejante a la de Newton. No es imposible
si recordamos que la masa primitiva de un campo no es otra cosa que el producto
de una superficie y la densidad superficial. La masa primitiva es un caudal y
su valor es lo mismo que la superficie que atraviesa pero incrementada tantas
veces como indica su densidad.
Eso es semejante a determinar un caudal de aire, ya que se
puede indicar dicho caudal y la presión con la que ha sido medido, pero resulta
más práctico considerar siempre una presión de referencia de una atmósfera,
convirtiendo el caudal a presión en caudal de aire libre. Análogamente, al
multiplicar la superficie de paso por la tensión o presión se obtiene una
superficie normalizada, la que sería necesaria para que la tensión o presión
fuera siempre igual a la unidad.
Masa primitiva (m’) y superficie normalizada es lo mismo, de
forma que si multiplicamos la densidad de uno de los campos (que es tensión o
presión) por masa primitiva de un segundo campo se obtiene la fuerza o acción
que se transmite al segundo campo. Puesto que la masa primitiva está
distribuida en función del radio de onda (r) como se indica a continuación, la
acción total se debe calcular integrando.
El resultado de integrar para una variación del radio de
onda entre cero e infinito (todo el campo) se indica con la ecuación 46, siendo
M’0 y m’0 las masas primitivas asintóticas, cuyos valores
son constantes porque representan los caudales de los campos cuando el radio de
onda tiende a infinito. Esos valores pueden representar perfectamente a las
masas localizadas de los campos, exactamente igual que las masas constantes de
la gravedad de Newton. Además, si se puede aceptar que el radio de enlace (Re)
es proporcional a la deformación del campo de menor masa, la ecuación 46
confirmaría que la gravedad propuesta en la segunda parte es correcta, y que
coincide con la de Newton en el caso de masas muy diferentes.
Puesto que la acción total no es infinita, debemos entender
que su efecto se propaga sobre las proyecciones locales de los campos de la
forma explicada en el apartado 1, que trataba sobre gravedad retardada, siendo
correcta la programación del apartado 3 y las conclusiones del apartado 4.
En conclusión, la ecuación 46 parece indicar que la gravedad
es una acción que se propaga hasta las masas localizadas y finitas de los campos,
descartando masas variables e infinitas, como si todos los cuerpos fueran
realmente masas constantes atraídas por una incomprensible acción a distancia
que se propaga con retraso, tal como se ha desarrollado en los apartados 1, 3 y
4. Sin embargo, el recurso de masas acumuladas infinitas y variables todavía
sigue siendo atractivo, como veremos en el siguiente apartado.
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