El Universo hubiera podido ser un desierto de partículas baldías, pero no lo ha sido. La materia es la fuente de la luz, del calor y la energía, es lo que da forma y propiedades a las cosas, ya estaba cuando la vida no existía y es la causa más primitiva de su evolución, está en el tejido neuronal que nos da la razón y nos hace conscientes de la realidad… ¡La materia lo es todo!

domingo, 15 de septiembre de 2013

7.- Segunda aproximación a la gravedad.

Tal como se ha explicado, las variaciones en la distancia son inseparables de una transferencia de masa primitiva, de modo que vamos a comenzar investigando la opción de transporte de masa entre dos campos estacionarios, entendiendo que dicho transporte o intercambio tiene lugar entre cada uno de los campos localizados y el campo central que resulta de la superposición. Es por lo tanto un problema de cantidad de movimiento.
Recordemos que la superposición de dos campos origina un campo común localizado en el centro de masas, el cuál se divide progresivamente hacia las posiciones separadas de los dos campos originales. Consideramos solamente uno de los campos localizados, por ejemplo M’’, y su complementario en el centro de masas M’. A continuación se repite la representación del sistema completo.

Supongamos el caso de un acercamiento de M’’ en el que se transfiere un incremento de su masa acumulada ΔΣM’’ hacia M’ en un tiempo Δt. Una vez pasado ese tiempo, el incremento de masa perdido habrá sido acelerado hasta la velocidad de la luz (c) y el campo M’’ habrá incrementado su velocidad Vr en la dirección del radio, ya que la acción central debida al resto del sistema se habrá repartido en ambas acciones, y tendrá que ser igual a la diferencia entre las cantidades de movimiento final e inicial que indica la ecuación 32. Nótese que el término tachado será un infinitésimo de menor orden si tenemos en cuenta que el intervalo de tiempo es muy pequeño.

La ecuación 32 nos indica que el esfuerzo consumido por el campo central se ha invertido en un aumento de la velocidad Vr del campo M’’, y en acelerar al incremento de masa desde su velocidad Vr hasta la velocidad de la luz. Es importante distinguir que la reacción frente a la pérdida de masa no la experimenta el campo que la pierde, sino que es el campo central el responsable.
Aparentemente, si dividimos a la ecuación 32 entre el incremento de tiempo consumido, deberíamos obtener la acción central. Pero las cosas no son tan sencillas, pues hay que tener en cuenta que el incremento de masa arrancado se transporta a la velocidad de la luz, con retraso en consecuencia. La cantidad de movimiento ΔΣM’’·(c-Vr) es lo que pierde la acción central en el instante de la transferencia, pero la cantidad ΔΣM’’·c se recupera con retraso, de forma que debe ser añadida en un acumulado de pérdidas cuyo total será la cantidad de movimiento “en camino”. Como esas cantidades que están en camino son mayores que las consumidas para incrementar la velocidad desde Vr hasta la velocidad de la luz, resulta que la acción central recupera más movimiento del que consume para arrancar masa acumulada, pero lo recupera con retraso. Esto no es extraño realmente, pues hay que darse cuenta de que la masa arrancada no se acelera desde 0 sino desde Vr, ya que el campo M’’ colabora en la transferencia cuando se acerca, pero será consumidor cuando se aleje.
La ecuación 33 que se muestra a continuación es el resultado de aplicar los cambios que se han indicado: El término ΔΣM’’·c se ha pasado al lado izquierdo para que aparezca restando a la diferencia de cantidades de movimiento, pues dicha diferencia debe ser equivalente a la acción central que ejerce el resto del sistema, a la que puede restarse la acción de la masa transportada que todavía está en camino, propagándose a la velocidad de la luz. En segundo lugar se ha dividido entre el incremento de tiempo empleado en la variación de la cantidad de movimiento.

En tercer lugar se ha cambiado la variación de la cantidad de movimiento por un equivalente como defecto de masa (DM) propagándose a la velocidad de la luz, lo que permite expresar a la acción central en los mismos términos que la masa transferida. Por último, se ha cambiado el término de pérdida actual por el acumulado de pérdidas a lo largo del camino (el sumatorio Σc), es decir, todos los cambios de movimiento que aún están en camino entre M’’ y M’ propagándose a la velocidad de la luz, y que no se habían tenido en cuenta en el desarrollo de la ecuación 32.
El acumulado de pérdidas debería ser una integral definida entre un cierto tiempo anterior y el instante actual, siendo el instante inicial de integración aquel en el que haya sido transferido el incremento de masa que llega a M’ en el instante actual. El problema es que ese tiempo anterior en el que comienza la integración dependerá de condiciones anteriores del movimiento, lo que no se puede precisar a menos que se conozca la solución de la ecuación del movimiento, y eso es precisamente lo que se está planteando. Después de todo, si no fuera posible encontrar una solución, siempre se podrá plantear unas condiciones iniciales y resolver por métodos numéricos, ayudándonos de un ordenador.
Es importante observar que DM/Δt es un defecto de masa por unidad de tiempo, lo que significa que si se aumenta el incremento de tiempo (Δt) también debe aumentar el defecto de masa (DM), algo así como un flujo de masa que se acumula con el tiempo. Se puede multiplicar al DM y al Δt por un mismo factor y su relación seguirá siendo la misma, de modo que si cambiamos el Δt por el tiempo de transporte entre M’’ y M’ (a la velocidad de la luz), entonces el defecto de masa (DM) será el correspondiente a la distancia que separa los dos campos. La acción central se puede entender entonces como la cantidad de masa que puede arrancar el campo central por unidad de tiempo, acelerándolo hasta la velocidad de la luz.
No obstante, la distancia que separa los campos M’ (central) y M’’ no es otra cosa que la deformación del campo M’’, no es la distancia real entre las dos masas localizadas en M’’ y en m’’. Adicionalmente, la deformación del campo M’’ será menor que la del campo m’’, por ser de mayor masa. Lo importante es que el tiempo de transferencia a lo largo de las dos deformaciones tiene que ser el mismo, pero como las deformaciones son diferentes no pueden ser recorridas con igual velocidad real, pero sí con igual velocidad en proyección imaginaria porque sus radios de enlace son el mismo.
La deformación que se debe considerar es la mayor (la del campo de menor masa), tal como indica la ecuación 34 según el siguiente desarrollo. Como la velocidad que conocemos de la luz se ha medido considerando la distancia real entre un foco y un receptor, no puede ser igual que la velocidad con la que recorre la deformación del campo, de forma que a efectos de transporte será más fácil considerar la distancia real entre las dos masas (D) y la conocida velocidad de la luz.

Dividiendo a la ecuación 33 entre ΣM’’, que es un infinito, las masas primitivas acumuladas se cambian por relaciones entre infinitos como se desarrolla a continuación, y de esta forma la ecuación 31 permitirá cambiar esas relaciones por relaciones entre radios de enlace, eliminando infinitos.

Hay que tener en cuenta que la diferencia de masa (DM) tiene que ser incremental, ya que se trata de masa que se transfiere por unidad de tiempo, pero el tiempo considerado (Δt) es muy pequeño. Al aplicar la ecuación 31, el defecto de masa incremental (DM) se convierte en una diferencia incremental entre radios de enlace como vemos seguidamente. La relación entre esa diferencia y el incremento de tiempo, es equivalente a la diferencia total entre los radios de enlace, dividido entre el tiempo de transporte (Tt) a la velocidad de la luz.

Nótese que ΣM’’ estaba dividiendo “fuera” del acumulado de pérdidas en camino (Σc). Al introducirlo dentro del sumatorio y obtener la correspondiente relación entre radios de enlace con cada sumando, queda en los denominadores el Re del instante actual, no el que habría en cada una de las pérdidas acumuladas. Por lo tanto, como Re será común en todos los sumandos, sale del sumatorio como se ha hecho en el desarrollo anterior. La ecuación 35 ya no tiene infinitos pero faltan importantes detalles a considerar.
El acumulado de pérdidas (Σc) se puede obtener integrando como se indica a continuación, donde vemos que lo que realmente se acumula son los incrementos de Re que se propagan a lo largo del tiempo de transporte. Como son pérdidas por unidad de tiempo, es necesario dividir entre el tiempo de transporte al resultado de los incrementos de Re acumulados.

El problema más difícil de interpretar es cómo se relaciona el radio de enlace (Re) con el resto de las variables. No está nada claro si debería ser proporcional a la distancia hasta el centro de masas o debería cumplir otra relación diferente. En principio, podría entenderse que se trata de la proyección imaginaria de una distancia “dv”, mientras que la distancia “d” hasta el centro de masas tendría que ser la proyección real. Si el radio de enlace y la distancia real cumplen las mismas relaciones que las velocidades, el resultado debería ser la siguiente expresión, es decir, que el radio de enlace es proporcional a la relación entre distancia al centro de masa y velocidad, siempre que se pueda despreciar la velocidad del campo frente a la velocidad de la luz.

La ecuación 37 conduce a que los campos de dos masas ligadas por gravedad tendrán el mismo radio de enlace sin que importe cuál de las dos masas tomemos como referencia, pues resulta evidente que la masa mayor tendrá menor distancia hasta el centro de masas, pero también tendrá menor velocidad. La relación entre distancia al centro de masas y velocidad es la misma para las dos masas, lo que atribuye una simetría que no existiría considerando solamente las distancias.
Por otra parte, en una órbita circular resulta que la velocidad es v = 2πd / Torbital, resultando entonces que el radio de enlace es proporcional al período orbital, que por supuesto es el mismo para las dos masas ligadas por gravedad. Sin embargo, cuando la órbita no sea circular cambiará la velocidad y el radio de enlace no se mantendrá constante. En el caso de un lanzamiento vertical se alcanzará un punto muerto con velocidad nula, siendo incoherente que el radio de enlace se hiciera infinito porque desaparecería el arrastre central.
Los triángulos de distancias y velocidades que se han comparado para obtener la ecuación 37 no pueden ser proporcionales, porque cuando se anula la velocidad en un lanzamiento vertical no se anula de igual forma la distancia, y los ángulos alfa no serán iguales. La ecuación 37 tal vez podría ser correcta si la velocidad es la que debería tener el cuerpo si describiera una órbita circular con un radio igual a la distancia al centro de masas. Del radio de enlace dependerá la tensión del campo y debería corregirse con retraso, lo que parece significar que su valor solo se puede fijar en función de unas condiciones de equilibrio, como sería la órbita circular. De ser así, la velocidad que aparece en el denominador de la ecuación 37 no será la real sino la que resultaría de una órbita circular, respetando “d” como la distancia al centro de masas.
La ecuación 36 podría ser algo aproximado a la gravedad, pero el radio de enlace no es el único problema. Se ha obtenido sin tener en cuenta el desplazamiento tangencial y, por supuesto, sigue sin estar definida la diferencia entre las cantidades de movimiento final e inicial, cuyo significado debe ser la causa del movimiento. El hecho de haber interpretado esa causa como la cantidad de masa que puede arrastrar el campo central por unidad de tiempo no parece aclarar demasiado, aunque sería significativo que dicho flujo de masa se traduzca en una variación del radio de enlace por unidad de tiempo.
Por otra parte, la idea del transporte de masa a la velocidad de la luz solo es una suposición que tendrá sentido si la masa acumulada del campo se concentra en una posición localizada, pero no lo tendrá si lo suponemos como un río que se desplaza lateralmente entre la posición local y el centro de masas. En ese caso, cada desplazamiento lateral supone una variación inmediata de las masas acumuladas, aumentando una y disminuyendo otra. El único transporte que habría en ese caso serían cambios en el radio de enlace, perturbaciones que se propagan pero sin transporte de masa, lo que sería una razón para que su velocidad fuera la misma que la velocidad de la luz.
Suponiendo que no existe transporte de masa, el procedimiento anterior no será correcto, debiendo derivar la cantidad de movimiento de una masa variable como se indica seguidamente:

La ecuación nos dice que una variación de movimiento puede ser debida a dos causas: Por un flujo de masa ganado o perdido por un cuerpo que se mueve con velocidad v, o bien por una variación de velocidad del cuerpo que tiene una masa m. Si la masa fuera constante solo existiría la segunda de las causas, coincidiendo con la dinámica de Newton y representando una fuerza, pero si hay variación de masa parece mejor interpretar las causas como flujos de movimiento de los dos tipos descritos, y no como fuerzas.
El campo es el medio, el espacio y el tiempo que fluye y se tensa, pero también el cuerpo que se mueve como una proyección localizada del campo. De ser así, donde no hay cuerpos tampoco hay campo, y no tendrá sentido hablar de un potencial en cada punto del espacio como si la nada se deformara en torno a los cuerpos. Solo se deforma la materia que cubre el vacío, aunque tengamos que reinterpretar lo que de verdad es la materia.
En consecuencia, los campos con posiciones locales experimentan flujos de movimiento de los dos tipos, pero el campo central que resulta de la superposición no puede tener masa acelerada porque su velocidad real es cero o se propaga con velocidad constante si consideramos al sistema aislado. El campo central solo puede tener un flujo de masa que se suma o se resta a su acumulado, incorporándose o escapando a la velocidad de la luz aunque realmente no exista transporte entre dos posiciones, ya que si los cambios en el radio de enlace se propagan a la velocidad de la luz, también el flujo de masa se agregará o se marchará con esa velocidad.
Por último, si la acción del campo central solo puede ser un flujo de masa a la velocidad de la luz, cabe pensar que podría ser una constante si depende de su caudal primitivo, que es constante. Tal vez se pueda imaginar como el caudal de un fluido que circula por un tubo de Venturi, aumentando su poder de absorción a medida que aumentamos el caudal que lo atraviesa. Después de todo, un camión de gran masa ejerce mayor succión sobre los peatones que un pequeño automóvil.


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