El Universo hubiera podido ser un desierto de partículas baldías, pero no lo ha sido. La materia es la fuente de la luz, del calor y la energía, es lo que da forma y propiedades a las cosas, ya estaba cuando la vida no existía y es la causa más primitiva de su evolución, está en el tejido neuronal que nos da la razón y nos hace conscientes de la realidad… ¡La materia lo es todo!

sábado, 14 de septiembre de 2013

3.- Campos estacionarios e interacciones.

Como se ha dicho en el apartado anterior, encajar un modelo físico con las propiedades observadas de las partículas parece demasiado complejo, y al menos de momento no se pretende deducir la estructura y características exactas que debe tener un campo estacionario.
Tal vez no sirva para nada o tal vez esconda la magia oculta que rebosa en la materia, pero es evidente que necesitamos algo más que pruebas experimentales si queremos recuperar algo tan fundamental como es la razón de la ciencia.
Sabemos que las fuerzas electromagnéticas y gravitatorias responden a la ley del inverso del cuadrado de la distancia, pero no sucede así con las fuerzas nucleares. Esto que parece justificar interacciones de distinta naturaleza, deja de ser un problema si cambiamos la distancia por el radio mínimo de superposición entre los campos, lo que conduce a una sola raíz para todas las fuerzas conocidas como veremos seguidamente.
Aceptando que las partículas son campos estacionarios, cualquier tipo de interacción debería ser la consecuencia de reacciones “reales” entre los campos. Estas reacciones se explicaban si las ondas generadoras rebotaban parcialmente, en proporción directa con la densidad del campo estacionario, hasta el límite de un radio mínimo con densidad extrema y rebote completo.
Si los campos reaccionan, inmediatamente se deduce que las ondas de expansión en cada uno de los campos serán arrastradas por la corriente de absorción del otro campo, puesto que se cruzan, pero como las dos corrientes opuestas del mismo campo también reaccionan, el resultado debería ser un efecto de arrastre del campo completo. La interacción resultante sería siempre de atracción entre dos campos cualesquiera, independientemente de sus características eléctricas y magnéticas. Esta fuerza básica debería ser la gravedad, con un radio de superposición extremadamente grande para que la densidad sea muy pequeña y las reacciones sean tan débiles como sabemos que es la gravedad.
Dos masas o partículas, separadas por una determinada distancia, podrían experimentar fuerzas de diferente escala de magnitud si el radio de superposición es diferente, aunque se mantenga la distancia. Esto tiene sentido si reconocemos que los patrones de oscilación pueden ser compatibles o pueden no serlo. Si se trata de campos orientados como el que se describió en el apartado anterior, el radio de superposición tiene que disminuir si la orientación de los dos campos es la misma, y tiene que aumentar si la orientación es diferente, lo que explicaría la atracción y la repulsión por interacciones magnéticas.

Para explicar las interacciones eléctricas entre cargas de igual o distinto signo solo se necesita distinguir dos patrones básicos de oscilación que sean complementarios, puesto que la combinación de ambos tiene que ser equivalente a una partícula sin carga. Resulta que las ondas estacionarias tienen una propiedad excelente para explicar que existan dos patrones básicos y solo dos. Efectivamente, un ciclo completo de una onda estacionaria pasa por una serie de fases diferenciadas como se representa en la siguiente figura: Decrecimiento, anulación, crecimiento,  decrecimiento, anulación, y crecimiento.

Hay dos fases de crecimiento y otras dos de reducción, pero se distinguen porque los dos semiciclos están invertidos. También hay dos fases de anulación en las que la onda “no existe” y, si no existe, tampoco reacciona con nada, lo que significa que en los tiempos de anulación puede haber otro campo que oscila de forma complementaria ocupando exactamente su lugar, existiendo cada uno cuando el otro no existe. Se podría decir que la materia está multiplexada como luces que parpadean, pareciendo que se mantienen encendidas de forma continua pero, realmente, parpadeando con una frecuencia demasiado alta para distinguir el efecto.
Si es cierto que los campos estacionarios reaccionan entre sí proporcionalmente a su densidad, entonces se comprendería que las partículas de la materia tengan que ajustar su fase de oscilación, ajustándose a una de las dos formas básicas de combinarse entre sí. Como una balanza inestable, cada partícula reduciría su densidad cayendo en una de las dos opciones posibles, y se quedaría enclavada en ese estado como forzada por un mecanismo de seguridad.
Partiendo de un patrón de oscilación A como se indica en la siguiente figura, resulta que existen dos patrones complementarios en lugar de uno solo, tales como B y B’, desfasados entre sí media secuencia de oscilación pero igualmente probables. En los dos casos hay dos fases de crecimiento cuando A se reduce, y dos fases de reducción cuando A crece. Igualmente, en dos de esas cuatro fases se encuentran en oposición con A y en las otras dos no existe desfase con A. Puesto que B y B’ están siempre en oposición deberían cancelarse mutuamente como si no existiera ninguno de los dos.

Si se compara con los protones y electrones de un átomo parece haber una coincidencia significativa, siendo A equivalente a los protones y B con B’ equivalentes a los dos electrones que pueden ocupar cada orbital. Como sabemos, los dos electrones de cada orbital deben distinguirse por una propiedad conocida como espin, uno de ellos con valor 1/2 y el otro con valor –1/2, lo mismo que los patrones B y B’ por estar desfasados medio ciclo de oscilación pero en sentidos contrarios.
Parece una contrariedad que los patrones B y B’ se cancelen mutuamente, pero no lo es, ya que su cancelación no significa que no estén. De hecho, la única forma de saber si están es mediante la observación y sabemos que el acto de observar es lo que obliga a las partículas a manifestarse en un estado corpuscular. La observación no puede ser otra cosa que una influencia no localizada que reacciona con el campo a detectar, y esa reacción entregará energía al campo cancelado, haciendo que salga de su estado de cancelación. Tanto B como B’ estarán cancelados mientras no haya perturbaciones que puedan entregar energía, de modo que cualquier otra partícula no podría ocupar el lugar de otras dos partículas canceladas.
Básicamente, la estabilidad de los diferentes elementos químicos se puede entender como diferentes grados de cancelación. Es significativo que los elementos más reactivos son aquellos que tienen exceso o defecto de electrones (metales y no metales), como si los electrones en exceso o defecto fueran los únicos responsables de las reacciones químicas y el resto de partículas no existieran. Se explicaría así que los gases nobles no reaccionen químicamente, ya que al tener completa la última capa de electrones llegarían a su mayor grado de cancelación, literalmente como si no existieran a efectos de interacciones electromagnéticas.
Si el origen de los dos tipos de carga eléctrica fuera como el descrito anteriormente, dos cargas como A y B en la figura anterior aumentan su grado de cancelación pero no se cancelan del todo, ya que son ondas desfasadas pero no están en oposición. Eso significa que los campos resultantes seguirían teniendo un alcance indefinido, en concordancia con el alcance indefinido de las interacciones electromagnéticas. Sin embargo, los huecos se pueden rellenar con cargas opuestas (como B y B’) que se cancelan pero impiden que otras cargas ocupen su lugar. Así, cuando son iguales el número de cargas positivas y negativas se puede explicar que sea nula la carga resultante, pero seguirá existiendo un campo resultante no cancelado que explicaría el carácter electropositivo o electronegativo de los elementos, a menos que no sobren ni falten huecos por rellenar como sucede con los gases nobles.
Si cada partícula es como una onda estacionaria formada por dos ondas generadoras, una forma de conseguir una cancelación máxima es con dos partículas en oposición, pero ocurrirá lo mismo con tres partículas si las tres ondas generadoras que corren en el mismo sentido se desfasan 120º, lo mismo que las que corren en sentido contrario. No hay duda que el número de patrones de oscilación puede ser infinito con la superposición de ondas estacionarias, pero parece posible que las reacciones más fuertes sean debidas a los mayores grados de cancelación.
Incluso en una cancelación completa, tampoco se podría esperar una anulación total del campo resultante si las reacciones aumentan con la densidad. Se ha justificado que los patrones de oscilación se mantienen como enclavados por una especie de caída en un pozo de menor densidad, son conducidos a ese pozo pero no obligados a mantener un perfecto sincronismo. Por lo tanto, el sincronismo debe ser la consecuencia de una tendencia hacia un estado de menor densidad, y no al contrario. El sincronismo no podría ser perfecto y los campos solo estarán cancelados a partir de cierto radio de superposición, pero mantendrán actividad con radios menores debido al aumento de la densidad que incrementa las reacciones.
Así se comprendería el corto alcance de las fuerzas nucleares, como el resultado de la cancelación de campos con radios de onda grandes, siendo imposible la superposición con otros campos a menos que una corta distancia permita la superposición con radios muy pequeños, con densidad enorme y reacciones brutales, casi como rebotes puros.
Hemos visto que las interacciones eléctricas y magnéticas (electromagnéticas) dependen de patrones de oscilación que conducen a un estado de menor densidad, lo que implica una reducción del radio de superposición respecto de la interacción básica que es la gravedad. Reducir la densidad es equivalente a una cancelación parcial de los campos y en el caso de interacciones nucleares debe ser de mayor escala de magnitud, hasta el punto de quedar cancelados por encima de un radio pequeñísimo. Cuanto mayor sea el grado de cancelación, menor será el radio de alcance, mayor la energía liberada en la cancelación, y mayor la energía necesaria para recuperar el estado de actividad original.
Eso explicaría la existencia de partículas que parecen salir de la nada, llamadas “virtuales” porque aparecen y desaparecen en determinadas reacciones como si fueran las “portadoras” de las fuerzas de interacción. Estas partículas no saldrían de la nada porque siempre habrían estado ahí, pero canceladas en una especie de vacío de densidad que encajaría muy bien con el llamado “vacío cuántico”.
Como se sabe, las partículas virtuales incumplen la ley de conservación de la masa y energía, explicado por la mecánica cuántica en virtud de un principio de incertidumbre que permite el incumplimiento de una ley tan fundamental como la conservación de masa y energía, con la condición de un período de vida muy corto. Digan lo que digan, lo justifiquen como lo justifiquen, no se puede sacar algo de donde no lo hay, aunque sea durante un tiempo tan breve, y la única explicación que nos dejaría tranquilos es que no se sabe qué clase de realidad se esconde bajo la tapadera del vacío cuántico.
El último tipo de interacción, la nuclear débil, es la responsable de la radiactividad y la desintegración beta de protones y neutrones. Ha sido explicada en los apartados 19 y 20 de la primera parte, donde se veía que el origen de las monstruosas partículas virtuales parecía estar en una inversión de la carga eléctrica. Hay que recordar igualmente que la realidad parece ser derivativa, puesto que solo descubre lo que está cambiando pero esconde su verdadera magnitud.
Las partículas parecen ser expertas en el arte de la ocultación. Las combinaciones más estables son también las que han perdido más energía, y sin embargo la recuperan en la misma medida en que se pone en peligro su estabilidad. Con ese punto de vista, la materia estable debería ser tan vacía y carente de actividad que su equivalencia en energía como E = m·c2 tendría que ser falsa… ¿de dónde podría salir la energía si la materia es estable porque cancela su energía?
Es evidente que la energía desprendida de las reacciones nucleares no puede ser energía cancelada que la materia recupera de alguna parte, ya que se mantiene el número de nucleones aunque se deje sentir una ligera disminución de masa. La energía que se desprende en las reacciones nucleares no estaba presente antes de la reacción, por lo que no había nada que pudiera sacar a los átomos de su estado de cancelación. Debe ser energía oculta pero no cancelada, y la cuestión es ¿cómo se puede mantener oculto lo que puede arrasar una ciudad entera, en una porción minúscula de materia?, ¿cómo se puede esconder una actividad tan grande en una porción tan pequeña de masa inofensiva?
Definitivamente, lo que vemos no puede ser otra cosa que una proyección minúscula de una realidad increíblemente agitada y gigantesca, prácticamente sin límites de velocidad y magnitud. ¿Dónde y cómo se oculta semejante proyección imaginaria, pero tan cierta como el calor del sol?


No hay comentarios:

Publicar un comentario