El Universo hubiera podido ser un desierto de partículas baldías, pero no lo ha sido. La materia es la fuente de la luz, del calor y la energía, es lo que da forma y propiedades a las cosas, ya estaba cuando la vida no existía y es la causa más primitiva de su evolución, está en el tejido neuronal que nos da la razón y nos hace conscientes de la realidad… ¡La materia lo es todo!

domingo, 15 de septiembre de 2013

10.- La causa de la gravedad.

En los apartados anteriores hemos interpretado que la gravedad afecta a la masa acumulada de los campos que interaccionan, masas que son variables con la distancia y teóricamente infinitas. En todos los casos encontrábamos algunas consecuencias dinámicas pero no teníamos en cuenta la causa central, de la que ahora nos ocuparemos, y veremos que la conclusión más importante parece apuntar a que dicha acción no es infinita. La acción central no basta para contener a la parte de los campos con proyección real, y eso debería significar que se propaga hasta las posiciones localizadas como una onda de presión, como en las esferas de la imagen.
Una masa se añade por un extremo y otra es impulsada en el extremo opuesto, permaneciendo en reposo las masas intermedias que se limitan a propagar el impulso. El conjunto de las esferas gana masa por un extremo y la pierde por el otro, se desplaza como si fuera un solo cuerpo de gran masa pero el único movimiento real está en sus extremos. Si realimentamos ambos extremos con una velocidad de propagación finita, el conjunto completo se moverá, pero no tendrá más inercia que la correspondiente a una sola de las esferas, de la misma forma que un campo no tendría más inercia que la correspondiente a su masa localizada, una sola de las infinitas secciones de su corriente.
En el modelo aproximado de gravedad propuesto en la segunda parte suponíamos que la interacción entre dos campos tenía lugar para un determinado radio de superposición o de enlace, y que dicho radio sería proporcional a la mayor de las deformaciones, es decir, la distancia entre la masa menor y el centro de masas. Tal como se ha definido la distribución de un campo, será cierto que existe un radio de enlace con densidad máxima, y que podemos aceptar como aproximación que dicha densidad máxima representa la tensión del campo. También se recuerda que las aceleraciones solo deberían tener sentido cuando existe movimiento, por lo que un cuerpo en reposo sobre la Tierra no estaría acelerado sino “tensado”.
Una carga eléctrica acelerada emite radiación electromagnética, pero la misma carga en reposo sobre la Tierra no la produce, y eso debería significar que el peso de los cuerpos no guarda relación con aceleración alguna, que la masa gravitatoria es un concepto de conveniencia, y que la relatividad general se queda sin soporte físico, al no poder establecer equivalencia entre masa gravitatoria y masa inercial. ¿Se reconocerá algún día que ha sido una equivocación definir el peso como masa por aceleración?
Aquí vamos a suponer que lo es, y que la única forma de establecer una determinada acción sobre un cuerpo es tensando el campo de dicho cuerpo. Sin restricciones, la tensión del campo se traduce en aceleración. Con restricciones no hay aceleración, pero la tensión permanece en el campo y justifica el peso del cuerpo.
Básicamente, la supuesta equivalencia entre masa gravitatoria y masa inercial parece ser el resultado de igualar una causa y su consecuencia. La causa es la tensión de un campo y la consecuencia es el movimiento acelerado de su masa localizada, lo mismo que se acelera un cuerpo amarrado en el extremo de un muelle tensado. Causa y efecto pueden ser expresados como fuerzas que se igualan para establecer un equilibrio, pero eso no significa que sean lo mismo, no son equivalentes físicamente. Cuando Einstein defendía que es imposible distinguir entre un campo gravitatorio y un movimiento acelerado tendría que haber especificado que la distinción solo es imposible matemáticamente, porque es “evidente” que una pizca de inteligencia y unos ojos abiertos pueden bastar para reconocer la diferencia, a menos que nos encontremos encerrados en un cajón opaco al exterior.
Sí, es cierto que se puede igualar una causa y su efecto, que siempre mediremos exactamente la misma masa con una balanza o determinando su aceleración cuando se aplica una fuerza… Y si es cierto se puede llegar a predicciones correctas como lo hace la relatividad general, pero se puede decir NO, y mil veces NO, a la equivalencia física entre la causa y su efecto. La equivalencia entre los dos tipos de masa no puede tener más reconocimiento que la más pura y dura abstracción matemática.
Comenzaremos analizando la causa de la gravedad aceptando que la densidad superficial de un campo sí es equivalente a su tensión, pero ahora integraremos para determinar la acción total que se aplica sobre la proyección local del campo. Si dicha acción resultara ser infinita deberíamos entender que se aplica sobre la masa acumulada completa, que toda la proyección tendría inercia y se movería como un bloque de masa infinita. Al contrario, si la acción total resultara ser finita entenderíamos que la acción se propaga hacia la masa localizada del campo, y el resto de la proyección respondería como una ligadura entre la masa local y el campo central.
Puesto que partimos de una tensión, la fuerza o acción correspondiente debe calcularse como el producto de la tensión por una superficie, y eso significa que la superficie tendría que ser equivalente a una masa si queremos aplicar una dinámica semejante a la de Newton. No es imposible si recordamos que la masa primitiva de un campo no es otra cosa que el producto de una superficie y la densidad superficial. La masa primitiva es un caudal y su valor es lo mismo que la superficie que atraviesa pero incrementada tantas veces como indica su densidad.
Eso es semejante a determinar un caudal de aire, ya que se puede indicar dicho caudal y la presión con la que ha sido medido, pero resulta más práctico considerar siempre una presión de referencia de una atmósfera, convirtiendo el caudal a presión en caudal de aire libre. Análogamente, al multiplicar la superficie de paso por la tensión o presión se obtiene una superficie normalizada, la que sería necesaria para que la tensión o presión fuera siempre igual a la unidad.

Masa primitiva (m’) y superficie normalizada es lo mismo, de forma que si multiplicamos la densidad de uno de los campos (que es tensión o presión) por masa primitiva de un segundo campo se obtiene la fuerza o acción que se transmite al segundo campo. Puesto que la masa primitiva está distribuida en función del radio de onda (r) como se indica a continuación, la acción total se debe calcular integrando.

El resultado de integrar para una variación del radio de onda entre cero e infinito (todo el campo) se indica con la ecuación 46, siendo M’0 y m’0 las masas primitivas asintóticas, cuyos valores son constantes porque representan los caudales de los campos cuando el radio de onda tiende a infinito. Esos valores pueden representar perfectamente a las masas localizadas de los campos, exactamente igual que las masas constantes de la gravedad de Newton. Además, si se puede aceptar que el radio de enlace (Re) es proporcional a la deformación del campo de menor masa, la ecuación 46 confirmaría que la gravedad propuesta en la segunda parte es correcta, y que coincide con la de Newton en el caso de masas muy diferentes.

Puesto que la acción total no es infinita, debemos entender que su efecto se propaga sobre las proyecciones locales de los campos de la forma explicada en el apartado 1, que trataba sobre gravedad retardada, siendo correcta la programación del apartado 3 y las conclusiones del apartado 4.
En conclusión, la ecuación 46 parece indicar que la gravedad es una acción que se propaga hasta las masas localizadas y finitas de los campos, descartando masas variables e infinitas, como si todos los cuerpos fueran realmente masas constantes atraídas por una incomprensible acción a distancia que se propaga con retraso, tal como se ha desarrollado en los apartados 1, 3 y 4. Sin embargo, el recurso de masas acumuladas infinitas y variables todavía sigue siendo atractivo, como veremos en el siguiente apartado.


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