El Universo hubiera podido ser un desierto de partículas baldías, pero no lo ha sido. La materia es la fuente de la luz, del calor y la energía, es lo que da forma y propiedades a las cosas, ya estaba cuando la vida no existía y es la causa más primitiva de su evolución, está en el tejido neuronal que nos da la razón y nos hace conscientes de la realidad… ¡La materia lo es todo!

jueves, 12 de septiembre de 2013

12.- La indomable gravedad.


La ley de la gravedad de Newton parece ser uno de los descubrimientos más importantes de la física, pero como el mismo Newton comprendía, había dos problemas que seguían sin explicación: Las fuerzas a distancia e instantáneas atribuidas a la gravedad y la estabilidad del sistema solar. Según la mecánica de Newton, un cuerpo celeste que gira alrededor de otro sigue una trayectoria relativa que es una elipse perfecta, siempre y cuando no existan perturbaciones. La sencillez y la precisión de su famosa ecuación son tales que muy rara vez se necesita la relatividad general en los cálculos de astronomía.
Einstein aportó una solución ingeniosa al primero de los problemas, interpretando que los cuerpos masivos curvan el espacio-tiempo. De esta forma, las órbitas circulares o elípticas no son la consecuencia de fuerzas a distancia, sino las trayectorias naturales o “inerciales” en un espacio en el que no existen líneas rectas. Se entiende además que la presencia de masas no curva el espacio de forma instantánea, sino que el movimiento provocará cambios que se propagan como ondas gravitatorias a la velocidad de la luz. El éxito de la relatividad general es comparable al que tuvo en su momento la ley de gravitación universal y, lo mismo que Newton reconocía sus limitaciones, Einstein también reconoció que su teoría no era definitiva.
La naturaleza física del espacio-tiempo sigue sin explicación, y sucede lo mismo con las causas que lo relacionan con las partículas y sus interacciones. Después del éxito de la relatividad general, Einstein siguió buscando una teoría definitiva que unificara todas las fuerzas conocidas, pero llegó al final de su vida sin conseguirlo. Le gustaba comparar al Universo con una sinfonía en perfecto sincronismo, y hoy en día se puede seguir diciendo que su teoría del todo es como una sinfonía inacabada.
Al respecto, las expectativas que ofrece la mecánica cuántica no son precisamente alentadoras, puesto que las comprobaciones experimentales no parecen posibles con las tecnologías actuales. Su matemática describe todas las interacciones entre partículas de forma probabilística, mientras que la relatividad describe a la gravedad de una forma determinista y sin relación alguna con las interacciones entre partículas.
Según la teoría cuántica de campos cada tipo de interacción tiene asociada una partícula portadora, pero no se ha encontrado ninguna evidencia de una portadora de la gravedad y, de existir, sus efectos quedarían enmascarados por las fuerzas mucho más intensas de las interacciones electromagnéticas y nucleares. La gravedad es tan débil que ningún experimento revelaría la existencia del “gravitón”, y el campo gravitatorio es como un hermanastro no deseado entre los campos cuánticos, relegado a lo insignificante pero generador de infinitos que la mecánica cuántica no puede “renormalizar”.
El problema de la renormalización surgió por primera vez al estudiar las interacciones entre fotones y electrones, al aparecer infinitos que la electrodinámica cuántica no podía explicar. De forma casual, se comprobó que reduciendo los infinitos se podía continuar un desarrollo coherente con las observaciones experimentales y, lo que parecía una barbaridad sin sentido, realmente funcionaba sin que nadie supiera por qué.
El problema de renormalización suele compararse con la medida de una línea costera. Desde lejos, el contorno parece una línea de longitud finita pero, a medida que nos acercamos, se vuelve rugoso y se multiplican los pequeños segmentos, cuya suma de longitudes aumenta cuanto más nos acerquemos. Así, la longitud de la costa tendería a infinito cuando nos acercamos a distancias interatómicas.
El otro problema fundamental, relacionado con la estabilidad de las órbitas, tuvo su primer intento de solución con la “Mecánica celeste” de Laplace, quien entendía que la dinámica del Universo es determinista (no caótica) y que no podemos predecir su comportamiento por culpa de nuestra ignorancia sobre las causas involucradas. En compensación, la ciencia de la probabilidad nos permite predecir lo que no es posible con otras ciencias. Pero, a finales del siglo XIX, Poincaré relacionó la estabilidad con la periodicidad y demostró que las series de la mecánica celeste no eran convergentes en general.
Algo tan regular y estable como parecía el sistema solar, se convertía de repente en un comportamiento caótico. Mediante simulaciones se ha deducido que Plutón describe una trayectoria caótica y lo mismo sucede con los planetas interiores como Mercurio, Venus, la propia Tierra y Marte. Sin embargo, se reconoce que la estabilidad del sistema solar no se conoce lo suficiente, pues en caso contrario no habría sobrevivido durante 100 millones de años, algo debe de existir que lo estabiliza pero se desconoce la razón.
La ley de Newton solo justifica orbitas elípticas estables con ausencia de perturbaciones, pero éstas existen. Por ejemplo, hay perturbaciones en Júpiter por su función de paraguas gravitatorio que nos protege continuamente de impactos, en la orbita de la Luna a causa de las mareas y, sobre todo, existieron grandes perturbaciones en la formación del sistema solar, cuando los impactos eran tan frecuentes como demuestran los cráteres de la Luna, donde se mantienen intactos por la falta de atmósfera y actividad.
Por desgracia, la relatividad general tampoco parece la solución para comprender el mecanismo que estabiliza los movimientos orbitales o, tal vez, lleva implícita una solución que nadie ha encontrado. Las diferencias más significativas entre las órbitas de Newton y de la relatividad general se pueden ver, por ejemplo, con la rotación del perihelio de Mercurio. A continuación se indica la órbita según la mecánica de Newton y a la derecha el caso de la relatividad general.

El perihelio representa la posición más próxima al Sol, pasando por dicha posición cada vez que el ángulo Phi se incrementa en una vuelta completa. El término “e” es la excentricidad de la órbita y en el caso de Mercurio vale 0.2060, la mayor de todos los planetas del sistema solar.
Siendo G la constante de gravitación universal, M la masa del Sol y c la velocidad de la luz, el incremento del ángulo Phi para la órbita de Mercurio resulta ser de 42.9 segundos de arco por siglo, según predice la relatividad general. A pesar de ser una desviación pequeñísima, las mediciones reales dan un valor de 43.1 segundos de arco por siglo, con una tolerancia de solo 0.5 segundos de arco y por lo tanto en perfecto acuerdo con el valor teórico.
Hay que tener en cuenta que la desviación de unos 43 segundos de arco por siglo no considera el efecto de los demás planetas del sistema solar, es decir, se trata de la desviación esperada si existiera solamente el Sol y Mercurio. Antes de la relatividad, Joseph Le Verrier había calculado el efecto de los demás planetas, obteniendo una desviación de 531 segundos de arco por siglo. Cuando fue posible una observación directa se comprobó que la medida excedía, precisamente, en los 43 segundos de arco que predice la relatividad general, es decir, la medida era de 574 segundos de arco en lugar de 531 como se deduce de la mecánica de Newton.
Por lo tanto, el exceso de 43 segundos de arco se consideró una prueba incondicional a favor de Einstein, eliminando la posibilidad de que un planeta sin descubrir fuera el causante de la discrepancia. Antes de la relatividad, Le Verrier había predicho la existencia de Neptuno aplicando la mecánica de Newton a una irregularidad en la órbita de Urano. Su éxito con Neptuno parecía justificar un planeta desconocido muy cerca del Sol, gracias a la discrepancia en la órbita de Mercurio. Si la relatividad general hubiera estado equivocada, ahora tendríamos un nuevo planeta muy próximo a Mercurio que se llamaría Vulcano.
Nos hemos quedado sin Vulcano porque Einstein explicó una diferencia de 43 segundos de arco por siglo, tan pequeña pero tan importante como para cambiar por completo la interpretación de la gravedad. Aún así, todavía queda pendiente por qué razón es tan estable el sistema solar y, quizás, otra diferencia mucho más pequeña volverá a ser la responsable de nuevas teorías… ¿De qué orden deberían ser las correcciones necesarias para estabilizar el sistema solar y de qué forma cambiarían la mecánica de la gravedad?
Los problemas de la estabilidad orbital y falta de compatibilidad entre relatividad general y mecánica cuántica ya no son los únicos, pues hay que añadir los misterios de la energía oscura y la materia oscura, tan significativos como para cuestionar la consistencia de la gravedad de Newton y la relatividad general.
Como ya se ha explicado en apartados anteriores, la ley de Hubble afirma que las galaxias se alejan tanto más rápido cuanto mayor es su distancia, basándose en el corrimiento al rojo de la luz que recibimos. Puesto que la gravedad no lo puede explicar, los físicos y cosmólogos entienden que existe una energía de origen completamente desconocido, como una gravedad repulsiva que no afecta realmente a la materia sino al espacio y tiempo que la contienen.
La explicación más reconocida se debe a la constante cosmológica de la relatividad general, pero la dinámica de expansión del espacio-tiempo y sus causas son igual de oscuras que la energía que lo expande. De momento es un callejón sin salida que la mecánica cuántica tampoco puede explicar, ya que la gravedad cuántica genera infinitos que no parecen tener sentido alguno, pero uno de esos infinitos es la constante cosmológica y, esta vez, la renormalización no es aplicable como sucedía con fotones y electrones.
Se piensa, en general, que la energía oscura terminará venciendo a la gravedad hasta descomponer por completo a la materia, pues no en vano se estima que representa alrededor del 73% de la energía del Universo, incluyendo la que se encuentra en forma de materia que solo alcanza un porcentaje entre un 2% y un 4%. Y el otro 24% de la energía, aproximadamente, se piensa que se debe a una misteriosa materia que no emite ningún tipo de radiación, a lo que se ha llamado materia oscura porque no se puede ver. No se puede asegurar absolutamente nada sobre el 97% de la masa y energía que mueven al Universo.
El concepto de materia oscura se debe a la observación de galaxias espirales… Su periferia gira tan rápido que deberían despedazarse en fragmentos, siendo despedidos tangencialmente como las gotas de agua en una centrifugadora. A menos que exista materia indetectable (oscura), la gravedad de Newton y la relatividad general se verán en serios problemas, porque no podrían explicarlo.
Las opiniones están divididas a favor y en contra de una gravedad diferente, pero son pocos los que prefieren dudar de la relatividad general y la gravedad de Newton. Una de las tendencias discrepantes es la teoría Mond, que modifica la aceleración dependiendo de la distancia, algo así como una gravedad newtoniana que se refuerza a medida que las distancias aumentan, pero tiende a la esperada por Newton con distancias similares a las del sistema solar.
El comportamiento gravitatorio de las galaxias es muy variado, y la teoría Mond no puede ajustar sus parámetros para coincidir con los resultados observables en todas ellas. Sin embargo, la hipótesis de materia oscura siempre permite ajustar las cuentas, porque se puede poner y quitar materia oscura donde se necesita. Otra ventaja a su favor es que realmente se observan efectos de lente gravitatoria donde aparentemente no hay nada. Estos efectos se deben a la curvatura de la luz, dando lugar a deformaciones y duplicidades muy similares a lo que se puede conseguir con una lente óptica. Como se sabe que la luz se curva cuando su dirección de proyección pasa cerca de grandes masas, la observación de efectos de lente gravitatoria, donde no hay materia observable, se acepta como una prueba indirecta de materia oscura.
Mediante potentes ordenadores ha sido posible calcular cómo debería estar distribuida la materia, y en qué cantidad, para explicar la dinámica de bastas regiones del Universo, obteniendo una imagen como la que puede verse a la derecha. Hay que hacer notar que cada punto de la imagen no representa una estrella sino una galaxia entera. Enormes cúmulos de galaxias parecen estar unidos por una especie de filamentos con aspecto muy parecido al de una red neuronal, como si el Universo estuviera tejido a gran escala.
Tal como se ha dicho, no es una evidencia directa de materia oscura, pero no deja ninguna duda de su importancia en la formación de las galaxias. Haya o no haya materia oscura, el Universo es como es porque la gravedad tiene capacidad para formar andamiajes o estructuras organizadas que todavía no se han explicado, cualquier cosa menos un amorfo sistema de caos.
Vera Rubin fue la primera astrónoma que detectó anomalías en la velocidad de rotación de las galaxias, y ya son miles las observaciones de galaxias en las que falta una considerable cantidad de materia para que las velocidades de rotación se ajusten a la ley de Newton. La velocidad de rotación se determina en base al efecto Doppler cuando la luz de alguna estrella nos llega con un corrimiento hacia el rojo. Se necesita observar una galaxia de canto o ligeramente inclinada, determinando la variación de la frecuencia de la luz a diversas distancias del centro de la galaxia.
Con estos datos se configura una curva de rotación observada, que representa la velocidad tangencial en función del radio como se puede ver en la figura adjunta. Por supuesto, si la luz siguiera guardando secretos, el desplazamiento al rojo que se menciona en el párrafo anterior no justificaría las supuestas velocidades observadas, pero en este caso sí puede justificarlo porque, sin que importe su valor, debe distinguirse lo que corresponde a la velocidad tangencial y a la velocidad de alejamiento de la galaxia, y eso se compensa comparando resultados diametralmente opuestos y equidistantes.
La curva de rotación observada (figura anterior) debería coincidir con los cálculos teóricos si se conociera la distribución de masa en la galaxia. Esta masa se determina por análisis de luminosidad con diversas longitudes de onda y, comparando con la luminosidad de nuestro Sol, se calcula cuántas masas solares contiene la materia analizada, ya sea en el bulbo de la galaxia, en el disco, o en la materia gaseosa que es fundamentalmente hidrógeno.
Una vez determinada la distribución de masa, la ley de Newton permite calcular la gravedad a diferentes distancias del centro, e igualándola con la fuerza centrípeta se calculan las velocidades que dibujan la gráfica de materia luminosa, semejante a la indicada en la figura anterior. Claramente, las velocidades observadas tienden a ser constantes al aumentar la distancia, y con valor bastante mayor del esperado según la ley de Newton (curva de materia luminosa). En conclusión, o bien existe materia oscura, indetectable, o la ley de Newton y la relatividad general no responden correctamente.
Hasta el momento, la hipótesis más aceptada es que existe materia que no emite radiación por la que pueda ser detectada. Pudiera estar en grandes planetas, estrellas de neutrones y otros cuerpos fríos de gran masa, pero una diferencia tan grande entre las dos curvas no parece justificarse, por lo que se piensa más bien en partículas difíciles de observar como los neutrinos o algún otro tipo de partículas desconocidas, que no emiten radiación pero experimentan y ejercen gravedad. Sin embargo, la búsqueda de tales partículas ya tiene más de diez años de historia, pero sigue sin aparecer ni una sola evidencia directa de su existencia.
Otro tipo de anomalías gravitatorias han sido reconocidas en las sondas Pioneer 10 y 11 que, ya fuera de los límites del sistema solar y antes de perder el contacto definitivamente, experimentaron una ligera aceleración de frenado, muy pequeña pero reconocible como anomalía según la precisión de medida. Después de compensar el efecto Doppler y relativista, seguía quedando un ligero frenado que continúa sin explicación.
Si todavía nos parecen pocas las anomalías y misterios que sigue escondiendo la gravedad, subrayados en los párrafos anteriores, aún nos falta por describir cómo es posible que los brazos espirales de las galaxias se mantengan estables. Si la velocidad de rotación disminuye con el aumento de la distancia, las estrellas más distantes se deberían retrasar, y las espirales acabarían tan enrolladas que bastaría con unas pocas rotaciones para deshacer la formación.
Una de las hipótesis plantea la posibilidad de ondas de densidad, que serían responsables de una correlación entre las órbitas ligeramente elípticas de las estrellas, como vemos en la figura adjunta. Aunque las estrellas sigan sus órbitas de manera regular, en promedio habrá mayor acumulación en las zonas donde las órbitas están más juntas, con aspecto de brazos espirales. Otra propuesta se basa en ondas de formación de estrellas muy brillantes que mueren con mayor rapidez, dejando regiones más oscuras que dibujarían el contorno de la onda.
En el caso de galaxias espirales barradas, como la que aparece en la primera imagen de este apartado, se propone que la barra actúa como una guardería estelar, impulsando la formación de estrellas en su centro de forma temporal, por lo que la barra desaparecería con el tiempo. En general, se piensa que las barras se forman por una onda de densidad que procede del centro de la galaxia, obligando a las estrellas a desplazarse hacia distancias mayores y, en consecuencia, permaneciendo más tiempo en la zona de la barra.

5 comentarios:

  1. Amigo mío, he podido llegar hasta aquí y por falta de tiempo, lo tengo que dejar y, en cada uno de los apartados me hububiera gustado dejar un largo comentario, cosa para la que no dispongo de tiempo.

    Es posible que en otro momento, vuelva sobre mis pasos y deje alguna que otra visión de los temas tan interedsantes que aquí quedan reflejados.

    Un cordial saludo de tu amigo emilio silvera.

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  2. Me gustaría compartir algo.
    Lo de las órbitas elípticas de las estrellas que componen una galaxia bien puede ser una extrapolación impropia de las órbitas de los planetas alrededor del sol. Para ello recurro a un ejemplo mecánico. Viendo la manera en que se comportaba una mezcla de agua con pegamento de albañilería en forma de una galaxia en espiral a medida que la preparaba con ayuda de un eje con paletas rotatorias, me vino a la mente la relación. Un núcleo central de gran energía (la paleta del rotor impulsado por un motor eléctrico, y a distintas velocidades) generaba en una sustancia viscosa a medida que le agregaba más polvo una configuración típica de las vistas en los brazos de una galaxia, cuyo centro si bien giraba más rápido que su periferia no así la materia todavía no homogeneizada que lo rodeaba, mostrando una mayor velocidad de la misma cada vez que menor era la distancia al centro para ser finalmente tragado por el mismo sin completar ninguna órbita alrededor del mismo hasta que no estuviera a escasa distancia del centro, homogeneizando finalmente la mezcla. Cuánto más viscosa la mezcla más se notaba este efecto, pues el aumento de viscosidad actuaba como freno del movimiento circular con tendencia hacia el centro. Incrementando y disminuyendo la velocidad del motor permitía variar los tiempos de permanencia del polvo seco en la superficie que semejaría las estrellas y del diámetro de sus brazos.

    Tu dices: “Si la velocidad de rotación disminuye con el aumento de la distancia, las estrellas más distantes se deberían retrasar, y las espirales acabarían tan enrolladas que bastaría con unas pocas rotaciones para deshacer la formación.” Pero lo que en realidad ocurriría es que las estrellas “van por el camino” del brazo de la espiral hacia el centro. No hay “retraso” porque no hay órbita en los cuerpos estelares alejados del centro. Esa idea de que el sol completa una órbita en 226 millones de años alrededor del centro galáctico sería la aplicación de fórmulas matemáticas a partir de una suposición equivocada. Por eso me parece que:

    • La primera evidencia es que no existen órbitas de las estrellas alrededor del centro galáctico de las alejadas del mismo respecto al centro de la galaxia.

    • El movimiento aparente orbital lo genera el centro, quién es el único que gira, impulsando al resto a moverse en el sentido de rotación y con dirección paulatina hacia el centro

    • Parecería claro que se necesita un vacío “viscoso” que frena y mantiene las estrellas en su movimiento en curso “hacia el centro” o hacia los extremos de la barra en una galaxia barrada. Esa materia “viscosa” es la que podría corresponder con la materia oscura o invisible.

    Esa “cuerda invisible” es como la fuerza de atracción que genera un campo electromagnético sobre un cuerpo ferroso, un tipo de materia específica, con la diferencia de que ese tipo de fuerza invisible llamada gravedad actúa sobre toda clase de materia. Ambas “cuerdas” son desconocidas.

    Ahora, ¿Qué fuerza actúa en el rotor de la paleta? Es la fricción netamente mecánica. Lo curioso es que produce un patrón de movimiento semejando los brazos de una galaxia. En la propiedad magnética de ciertos cuerpos se explica como un ordenamiento de sus moléculas, algo que puede ser inducido por un campo eléctrico. En la propiedad magnética de un campo eléctrico se explica que…no se sabe. Es una fuerza misteriosa. Por falta de tiempo no lo hago, pero si pudiera haría experimentos cambiando el rotor mecánico por un electroimán, echando partículas ferrosas en una sustancia viscosa de distintos gradientes para observar las distintas formaciones 'galácticas' aplicando distintos tipos de corrientes, a diferentes frecuencias y potenciales y velocidades del rotor. No se por qué, pero me parece que la fricción mecánica tiene algo que ver con la fricción magnética, que hace girar, por ejemplo, el eje de un motor.

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    1. Me gusta tu idea del remolino porque también había pensado algo parecido, excepto en que no necesitaba un rotor con paletas porque la rotación la producía un simple desagüe, cuando se vacía un recipiente. Es verdad que parece difícil asegurar que las estrellas orbitan en torno al centro de una galaxia, porque tendríamos que esperar cientos de años para distinguirlo de forma visual, pero creo que no se puede dudar que lo hacen, y más rápido de lo que justifica la gravedad de Newton.
      Por lo que he leído, es fácil determinar la velocidad tangencial cuando la galaxia se ve de canto o ligeramente inclinada. La luz de una estrella a una cierta distancia del centro tendrá una variación de su longitud de onda que aumenta si está alejándose, y disminuye si está acercándose. Fijando la atención en otra estrella a igual distancia, pero en sentido opuesto, se observa igualmente otra variación en la longitud de onda. En realidad no importa la longitud de onda original ni cuánto puede haber variado, solo hay que determinar la diferencia entre las dos estrellas opuestas, y eso es posible mediante un interferómetro con una precisión enorme. Esa diferencia de longitud de onda compensa la velocidad con la que se acerque o se aleje la galaxia entera, y su valor equivale a la suma de velocidades tangenciales de las dos estrellas observadas. Por estar a igual distancia del centro, la velocidad de cada una será la mitad de la suma obtenida.
      Determinar la verdadera distancia al centro de la galaxia es más complicado, pero posible mediante análisis de luminosidad. Dos bombillas iguales pero a diferente distancia emiten la misma luz, y existe una relación entre luminosidad y distancia. Sabemos la distancia al Sol y su luminosidad puede compararse con la de una estrella lejana, deduciendo su distancia. Es cierto que no todas las estrellas tienen la misma luminosidad, lo mismo que hay bombillas de más o menos potencia, pero en todas las galaxias hay estrellas muy características, llamadas cefeidas, que tienen luminosidad bien determinada. Eso significa que basta con encontrar una de ellas en la galaxia para saber su distancia, y entonces queda determinada la distancia de cualquier estrella al centro de la galaxia.
      Bueno, siento contradecir tu idea por el esfuerzo de imaginación que supone. Tal vez esté equivocado y presupongo algo que no sea correcto, como también es posible que la medida de distancias no sea correcta si las características de la luz se ven alteradas por las enormes dimensiones del Universo. Hay quienes piensan que todo lo que vemos está distorsionado y perdemos el tiempo intentando explicar el origen de las distorsiones como si fueran algo real, incluyendo la materia oscura y la energía oscura.
      La idea del remolino sigue siendo muy sugerente, por ejemplo Leonard Susskind era fontanero y terminó siendo uno de los físicos más reconocidos en teoría de cuerdas. Curiosamente, muchas de sus ideas están basadas en ejemplos de fontanería, como el caso de los remolinos que se forman en un desagüe.

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  3. ¡Tendrías que ver las "galaxias" que hice con la mezcladora al preparar el pegamento! Cuando puedas proba hacerlas como te lo comenté y seguro de van a inspirar mucho más que el desague de una pileta. Si, como dices, la velocidad de las estrellas es más rápido de lo que justifica la gravedad de Newton, entonces tiene que ser un tipo de semiórbita, un viaje hacia el centro por el brazo y no una órbita 'tranquila' alrededor del centro. Una órbita es una contraposición de fuerzas, la del astro en órbita por querer alejarse y la del centro que lo atrae, formando un equilibrio. Si a medida que orbitara estuviera cayendo, imagino que su velocidad sería mayor. Pero, por sobre todo, tenemos las imágenes mismas de las galaxias: sus espirales son inconfundibles, todas convergen hacia el centro. No existen galaxias 'con anillos' como el planeta saturno. Esos fragmentos sí que orbitan a Saturno, pero me parece muy evidente que los brazos de las galaxias contradicen de plano cualquier idea de orbitamiento de la materia que rodea su centro, que se cree son agujeros negros.
    Cuando comentas sobre las distorsiones del universo no puedo no sustraerme a la teoría de la relatividad. Una diámetro de 100 mil años luz para una galaxia es suficiente para que lo que estemos viendo sea una irrealidad. Imagina una galaxia de esas dimensiones a millones de años luz. Si la puesta de sol es un hecho ocurrido hace 8 minutos, estamos viendo con un retraso de ese intervalo un sol que en la realidad ya no está allí. Las constelaciones que vemos en el cielo son como una obra pintada, un hermoso cuadro. Las estrellas y galaxias que vemos no están allí, solo estamos viendo su luz emitida desde hace miles algunas hasta hace millones de años otras.
    Ahora me viene a la mente sobre la teoría de inflación. Si, como dicen, todo comenzó desde una inmensa explosión, entonces, ¿cómo es que la galaxia de Andrómeda va a chocar con la vía Láctea, y cómo es que se han fotografiado galaxias chocando? En un universo en expansión como el imaginado a partir del micropunto llamado singularidad , es imposible que estos hechos ocurran. Es claro que existen varios 'focos' de fuerzas de 'expansión' que originan esas trayectorias y absolutamente ninguna para el caso de una 'singularidad' como la predicada.

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    1. La verdad es que no puedo afirmar ni contradecir lo que propones. Tendría que haber estudiado astrofísica para tener un punto de vista más firme. Me limitaré a mencionar lo que me parece más difícil de explicar:
      Si las estrellas siguen una trayectoria espiral hacia el centro parece haber dos opciones, que todas terminen cayendo al agujero negro o que solo se aproximen y salgan disparadas tangencialmente a gran velocidad.
      La primera opción parece imposible porque cerca de un agujero negro las velocidades son tan altas que sí pueden verificarse visualmente, aunque con mucha dificultad. En nuestra galaxia se observa el espectro en el rango de los rayos X para evitar el polvo que lo tapa todo, pero han conseguido detectar la posición exacta donde las estrellas orbitan demasiado rápido en torno a donde no se ve nada. Supongo que si las estrellas estuvieran cayendo al agujero se habría detectado.
      La segunda opción exigiría que todo el flujo de estrellas que se acercan por un brazo se alejaría rompiendo la estructura espiral, como formando un remolino dado la vuelta.
      Quizás tú apuntabas una tercera opción si hubiera materia desconocida que se comportara como el agua cuando le añades el pegamento. También podría ser que la formación espiral termina deshaciéndose, como el pegamento que finalmente se reparte de forma uniforme, pero entonces tendrían que verse galaxias con esa uniformidad.
      Yo también creo que lo del Big-Bang no es tan seguro como se piensa, y que lo más lejano que se puede ver está demasiado distorsionado. Por otra parte no podemos ignorar que los astrofísicos tienen todo un arsenal de herramientas que nosotros no tenemos, y es difícil para nosotros distinguir lo que es indiscutible de lo que son hipótesis.

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