Es dramático para la razón imaginar a un fotón expandiéndose
por el espacio como una onda, y cuando alcanza un objetivo toda su energía llega
concentrada de forma misteriosa, porque los fotones, como cualquier otra
partícula, no se pueden dividir.
Es dramático para la razón que algo tan expandido y difuso
pueda ser una partícula elemental, pero esa es una de las primeras deducciones
que templaban la razón de los físicos, cuando reconocieron por primera vez que
la luz estaba hecha de fragmentos indivisibles. Es tan dramático que nadie ha
considerado ni por un momento que pudiera ser así, precisamente. Si eso es una
locura, el modelo de campos estacionarios también lo es, pero tengo que
reconocer que sigue siendo la única pista que no se desmorona desde que pienso
en el significado de la materia.
Hace mucho tiempo que se han dejado de plantear modelos
físicos de la materia, justamente porque todo resultaba dramático para una
razón que se ha forjado con la mecánica clásica, cuando no existían pruebas de
una realidad que contradice todo lo que pensamos. Ahora las pruebas ya son
abundantes, pero seguimos mirando para otro lado cuando se pregunta cómo puede
ser, anclados en viejas formas de pensar que ya no sirven para explicar lo que
no se puede ver, pero existe.
El modelo de campos estacionarios es un retorno al pasado,
cuando las matemáticas todavía eran una herramienta que traducía fielmente lo
que se podía pensar o imaginar, cuando había modelos físicos como punto de
partida, y no preguntas que solo conducen a paradojas y absurdos. Vamos a
pensar en las partículas de materia como algo que se extiende y se superpone en
el espacio, y en esa superposición es donde interaccionan, donde se define un
presente anticipado a todo lo que se puede ver y detectar, sin localidad, y tan
difuso como las ondas.
Es evidente que un modelo así exige una forma de pensar que no tiene nada de clásica. Ya no se trata de plantear lo que pasará cuando chocan dos partículas, ahora tenemos que pensar cómo interaccionan ondas en superposición, cómo se ven afectadas, y cómo se proyectan localmente como si fueran partículas con masa que chocan entre sí. Necesitamos una forma diferente de pensar porque hace ya mucho tiempo que la realidad ha demostrado ser diferente. No podemos quedar anclados para siempre, mirando para otro lado cuando se pregunta cómo y por qué, y tampoco podemos mantener la vieja razón clásica porque no sirve para responder.
Es evidente que un modelo así exige una forma de pensar que no tiene nada de clásica. Ya no se trata de plantear lo que pasará cuando chocan dos partículas, ahora tenemos que pensar cómo interaccionan ondas en superposición, cómo se ven afectadas, y cómo se proyectan localmente como si fueran partículas con masa que chocan entre sí. Necesitamos una forma diferente de pensar porque hace ya mucho tiempo que la realidad ha demostrado ser diferente. No podemos quedar anclados para siempre, mirando para otro lado cuando se pregunta cómo y por qué, y tampoco podemos mantener la vieja razón clásica porque no sirve para responder.
No hay comentarios:
Publicar un comentario