Vamos a comenzar haciendo pequeños ajustes al tiempo
relativista, comprobando que se puede expresar como la proyección imaginaria de
una magnitud compleja, y que la proyección real es equivalente a un tiempo
invertido en movimiento.
Según la relatividad, el tiempo “Tr” que experimenta un
observador en movimiento, con velocidad “v” respecto de otro observador
considerado en reposo, se dilata según el factor de Lorentz como se indica a
continuación, siendo “c” la velocidad de la luz.
Si modificamos la expresión anterior como se indica en el
siguiente desarrollo, llamando “Vr” a la raíz cuadrada de la diferencia de los
cuadrados de las velocidades, resulta que la velocidad de la luz es la
hipotenusa de un triángulo rectángulo, cuyos lados son la velocidad “v” y el
nuevo parámetro “Vr”, el cuál debería representar una velocidad.
Como la relación de tiempos (Tr/T) es igual que la relación
de velocidades (Vr/c), se deduce un triángulo de tiempos semejante al de
velocidades, donde el nuevo parámetro “Tm” debería representar un tiempo. Vr y
Tm no parecen tener sentido en relatividad especial, pero sí lo tienen en el modelo
de campos estacionarios.
La velocidad constante de la luz es coherente con una
cantidad de movimiento constante, incluso cuando el campo está en reposo, pues
entonces Vr será igual a c y marcará el ritmo más alto posible de los relojes. Vr
nos indica la velocidad con la que oscila el campo, la misma con la que puede
propagarse información y la propia luz, pero como se trata de actividad sin
resultante no podemos distinguir que existe, y solo se detecta de forma
indirecta con la medida del tiempo.
La causa más evidente para que el tiempo corra más despacio
es el movimiento, ya que al aumentar la velocidad v tiene que disminuir Vr,
pero sucederá lo mismo cuando el sistema de referencia está sometido a una gravedad
intensa, pues entonces el campo estará tensado y deformado, y las oscilaciones
tendrán componente real.
Si nos vamos al triángulo de tiempos, la semejanza con el de
velocidades nos dice que T representa un tiempo tan absoluto como el que defendía
Newton, porque su ritmo solo puede estar marcado por la constante c. Sin
embargo, su proyección como parte real e imaginaria nos impide medirlo, porque
los relojes solo miden tiempo relativo Tr y no podemos medir la proyección Tm
como tiempo invertido en movimiento. Podemos medir la velocidad v, pero nunca
será la verdadera porque siempre la medimos respecto de algo que también se
mueve. De la misma forma que no podemos medir T como tiempo absoluto, tampoco
podemos medir c como velocidad absoluta.
Tal como se ha visto, la relatividad especial no contradice
que la materia sea movimiento constante en un plano complejo, y que los
movimientos no sean más que las proyecciones con resultante real. El tiempo
absoluto parece existir, pero no podemos distinguirlo porque una parte se manifiesta
en forma de movimiento.
Tiempo y movimiento parecen ser dos manifestaciones
diferentes de una sola clase de actividad, a la que podemos dividir en “instantes
de actividad” que pueden traducirse en tiempo o en movimiento. Veremos a continuación
que el modelo justifica la misma variación en el tiempo que la relatividad especial.
Cuando un sistema haya recorrido una distancia d, lo habrá hecho a la velocidad de la
luz, pero solo en los instantes de actividad invertidos en movimiento (Tm), de modo que la velocidad de la luz
(c) será la relación entre d y Tm como se indica a continuación. La velocidad v del sistema es entonces como una velocidad media si se tiene en
cuenta el tiempo verdadero o absoluto como magnitud compleja (T), de forma que la velocidad será la
relación entre d y T.
Como resultan ser iguales las relaciones entre velocidades y
tiempos, y sabemos que tiempo y velocidad verdaderos se reparten en componentes
rectangulares, llegamos a la ecuación (3) que nos dice el verdadero tiempo
invertido por el sistema, en función del tiempo relativo que medimos y de la
velocidad (v) del sistema. No obstante, la ecuación no puede darnos el tiempo
verdadero si la velocidad absoluta no se puede medir.
En conclusión, en un campo estacionario que se desplaza por
inercia, con velocidad v constante, su potencial de actividad tiene que
repartirse en movimiento y en vibraciones radiales, pero esa actividad radial
se comporta como el tiempo (Tr) que miden los relojes, ya que la ecuación (3)
es la misma que encontramos en la relatividad especial de Einstein.
No hay comentarios:
Publicar un comentario