El Universo hubiera podido ser un desierto de partículas baldías, pero no lo ha sido. La materia es la fuente de la luz, del calor y la energía, es lo que da forma y propiedades a las cosas, ya estaba cuando la vida no existía y es la causa más primitiva de su evolución, está en el tejido neuronal que nos da la razón y nos hace conscientes de la realidad… ¡La materia lo es todo!

martes, 14 de enero de 2014

3.- Eso que llamamos tiempo.

Vamos a comenzar haciendo pequeños ajustes al tiempo relativista, comprobando que se puede expresar como la proyección imaginaria de una magnitud compleja, y que la proyección real es equivalente a un tiempo invertido en movimiento.
Según la relatividad, el tiempo “Tr” que experimenta un observador en movimiento, con velocidad “v” respecto de otro observador considerado en reposo, se dilata según el factor de Lorentz como se indica a continuación, siendo “c” la velocidad de la luz.


Si modificamos la expresión anterior como se indica en el siguiente desarrollo, llamando “Vr” a la raíz cuadrada de la diferencia de los cuadrados de las velocidades, resulta que la velocidad de la luz es la hipotenusa de un triángulo rectángulo, cuyos lados son la velocidad “v” y el nuevo parámetro “Vr”, el cuál debería representar una velocidad.

Como la relación de tiempos (Tr/T) es igual que la relación de velocidades (Vr/c), se deduce un triángulo de tiempos semejante al de velocidades, donde el nuevo parámetro “Tm” debería representar un tiempo. Vr y Tm no parecen tener sentido en relatividad especial, pero sí lo tienen en el modelo de campos estacionarios.
La velocidad constante de la luz es coherente con una cantidad de movimiento constante, incluso cuando el campo está en reposo, pues entonces Vr será igual a c y marcará el ritmo más alto posible de los relojes. Vr nos indica la velocidad con la que oscila el campo, la misma con la que puede propagarse información y la propia luz, pero como se trata de actividad sin resultante no podemos distinguir que existe, y solo se detecta de forma indirecta con la medida del tiempo.
La causa más evidente para que el tiempo corra más despacio es el movimiento, ya que al aumentar la velocidad v tiene que disminuir Vr, pero sucederá lo mismo cuando el sistema de referencia está sometido a una gravedad intensa, pues entonces el campo estará tensado y deformado, y las oscilaciones tendrán componente real.
Si nos vamos al triángulo de tiempos, la semejanza con el de velocidades nos dice que T representa un tiempo tan absoluto como el que defendía Newton, porque su ritmo solo puede estar marcado por la constante c. Sin embargo, su proyección como parte real e imaginaria nos impide medirlo, porque los relojes solo miden tiempo relativo Tr y no podemos medir la proyección Tm como tiempo invertido en movimiento. Podemos medir la velocidad v, pero nunca será la verdadera porque siempre la medimos respecto de algo que también se mueve. De la misma forma que no podemos medir T como tiempo absoluto, tampoco podemos medir c como velocidad absoluta.
Tal como se ha visto, la relatividad especial no contradice que la materia sea movimiento constante en un plano complejo, y que los movimientos no sean más que las proyecciones con resultante real. El tiempo absoluto parece existir, pero no podemos distinguirlo porque una parte se manifiesta en forma de movimiento.
Tiempo y movimiento parecen ser dos manifestaciones diferentes de una sola clase de actividad, a la que podemos dividir en “instantes de actividad” que pueden traducirse en tiempo o en movimiento. Veremos a continuación que el modelo justifica la misma variación en el tiempo que la relatividad especial.

Cuando un sistema haya recorrido una distancia d, lo habrá hecho a la velocidad de la luz, pero solo en los instantes de actividad invertidos en movimiento (Tm), de modo que la velocidad de la luz (c) será la relación entre d y Tm como se indica a continuación. La velocidad v del sistema es entonces como una velocidad media si se tiene en cuenta el tiempo verdadero o absoluto como magnitud compleja (T), de forma que la velocidad será la relación entre d y T.

Como resultan ser iguales las relaciones entre velocidades y tiempos, y sabemos que tiempo y velocidad verdaderos se reparten en componentes rectangulares, llegamos a la ecuación (3) que nos dice el verdadero tiempo invertido por el sistema, en función del tiempo relativo que medimos y de la velocidad (v) del sistema. No obstante, la ecuación no puede darnos el tiempo verdadero si la velocidad absoluta no se puede medir.

En conclusión, en un campo estacionario que se desplaza por inercia, con velocidad v constante, su potencial de actividad tiene que repartirse en movimiento y en vibraciones radiales, pero esa actividad radial se comporta como el tiempo (Tr) que miden los relojes, ya que la ecuación (3) es la misma que encontramos en la relatividad especial de Einstein.



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