El Universo hubiera podido ser un desierto de partículas baldías, pero no lo ha sido. La materia es la fuente de la luz, del calor y la energía, es lo que da forma y propiedades a las cosas, ya estaba cuando la vida no existía y es la causa más primitiva de su evolución, está en el tejido neuronal que nos da la razón y nos hace conscientes de la realidad… ¡La materia lo es todo!

sábado, 9 de noviembre de 2013

12.- ¿La realidad es un holograma?

Se advierte que los contenidos de este apartado son deducciones de un modelo de campos estacionarios. No es información de propósito general como la que solemos buscar en una enciclopedia, y probablemente no se entenderá nada sin haber comenzado por la INTRODUCCIÓN.

Elegante teoría la de David Bhom y Karl Pribram, compatible con los extraños principios de la mecánica cuántica pero calificada de no científica por algunos de los más influyentes. Es curioso, al menos, que algunas pruebas aportadas a su favor hayan venido de la mano de quienes intentaban desacreditarla, como es el caso de Paul Pietsch cuando fragmentó el cerebro de una salamandra para demostrar que su memoria estaba localizada, pero llegó a triturarlo por completo sin conseguirlo.
Si cada recuerdo no está localizado en ninguna parte concreta del cerebro, ¿cómo y dónde se registra y cómo se recupera su información?
Físicos de la talla de Penrose defienden que las neuronas también están conectadas por informaciones no localizadas, a través de unos microtúbulos alojados en el citoplasma y con un grosor de 3 millonésimas de centímetro. De ser cierto, el cerebro funcionaría como una computadora cuántica que no necesita conexión física para transmitir una señal, y sus leyes de computación cumplirían principios de no localidad. Otras extensiones macroscópicas del entrelazamiento pueden ser la fotosíntesis, la orientación animal e incluso el ADN, posibilidades que son tomadas muy en serio por científicos bien reconocidos.
La teoría de los microtúbulos neuronales explicaría muy bien por qué cada recuerdo parece estar distribuido por todo el cerebro y se puede recuperar completo desde cualquier fragmento del tejido neuronal. Si fuera cierto que los microtúbulos no necesitan conexiones físicas locales, lo mismo que las partículas entrelazadas, los recuerdos podrían estar escritos como un patrón de interferencias muy parecido a lo que se observa en una placa holográfica. De hecho, ha sido descubierto que las neuronas reaccionan cuando se las somete a estímulos que responden a transformaciones de Fourier, que son exactamente el mismo lenguaje en el que se basa la elaboración de los hologramas.
Las primeras pruebas con ADN que demostraron su influencia no local se deben al físico ruso Vladimir Poponin, quien demostró la capacidad del ADN para dispersar los fotones de un rayo láser, aún cuando el ADN ya se había retirado varias semanas antes de la cámara de dispersión. Es incuestionable entonces que el ADN afecta a la luz de forma no local, y su efecto ha sido recordado como "el efecto fantasma del ADN".
Pribram considera que el cerebro es como una especie de lente que convierte la cascada de frecuencias sensoriales en la forma en que vemos el mundo exterior, los objetos no existirían de modo objetivo porque solo serían como hologramas creados en el interior de nuestra mente. El mundo exterior no sería más que un océano de energía y vibración.
Similitudes entre un holograma y el modelo.
En el apartado sobre el Universo holográfico se comentaba el principio de igual nombre, según el cuál se puede codificar la información encerrada en un volumen sobre la superficie que lo encierra. Esto es una consecuencia inmediata del modelo porque cada onda estacionaria estará en una superficie esférica y encierra un volumen, dentro del cuál estarán todas las ramas del campo y las proyecciones localizadas de cada una de las partículas que lo forman. Pero si un campo contiene infinitas capas estacionarias, también contiene infinitas superficies codificando la información, por lo que puede perderse una proyección localizada y reconstruirse con la información del resto del campo, lo mismo que se puede cortar una placa holográfica y cada trozo sigue conteniendo toda la información, de la misma forma que se pueden extirpar fragmentos de un cerebro sin la pérdida de un recuerdo.
Si los recuerdos están registrados en esa inmensa extensión ondulatoria de la materia, no se perderían aunque fueran extirpados fragmentos locales del cerebro. Si la comunicación entre neuronas también ocurre en esa extensión ondulatoria, es evidente que hay entrelazamiento cuántico y existe comunicación sin contacto. Incluso la consciencia misma podría tener sus raíces en esa extensión ondulatoria y formar parte del orden implicado como razonaba David Bhom. Y aunque pueda parecer atrevido y fuera de toda ciencia, tampoco sería imposible que perdure la consciencia cuando muere su proyección localizada. Elisabeth Kubler Ross habría acertado cuando afirmaba que la muerte no existe, con independencia de que exista o no exista un Dios. Habríamos infravalorado a la realidad extraordinaria que se oculta en la materia.



2 comentarios:

  1. Lo del universo holográfico suena ya un tanto extraño aunque el razonamiento me gusta. Estamos dentro así que lo que percibimos puede ser muy diferente a la realidad, bien podría ser como Matrix o Nivel 13.

    Tengo un par de relatos cortos con cierta relación a esto último.

    Reiniciando el estado del cuerpo en el cerebro
    http://ideasdeotraepoca.blogspot.com.es/2012/11/reiniciando-el-estado-del-cuerpo-en-el.html

    El becario de Dios
    http://ideasdeotraepoca.blogspot.com.es/2012/10/el-becario-de-dios.html

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  2. Yo tampoco creo que la realidad sea exactamente un holograma, y menos aún que se trate de un programa de simulación creado por una civilización superior o algo parecido. Lo que sí creo es que tiene muchas características que son muy similares a las de un holograma, y debe de haber alguna razón.

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