El Universo hubiera podido ser un desierto de partículas baldías, pero no lo ha sido. La materia es la fuente de la luz, del calor y la energía, es lo que da forma y propiedades a las cosas, ya estaba cuando la vida no existía y es la causa más primitiva de su evolución, está en el tejido neuronal que nos da la razón y nos hace conscientes de la realidad… ¡La materia lo es todo!

sábado, 2 de noviembre de 2013

7.- ¿Qué significa el tiempo?

Se advierte que los contenidos de este apartado son deducciones de un modelo de campos estacionarios. No es información de propósito general como la que solemos buscar en una enciclopedia, y probablemente no se entenderá nada sin haber comenzado por la INTRODUCCIÓN.

El tiempo de los relojes puede correr más deprisa o más despacio, pero el tiempo matemático puede incluso detenerse y correr hacia atrás. En el apartado sobre el tiempo como magnitud física veíamos que su significado depende de lo que interpretamos como realidad. Ya se ha descartado el concepto absoluto de Newton y se ha impuesto el relativo de Einstein, pero con varias vertientes. La relatividad especial nos diría que el tiempo se ralentiza cuando la velocidad aumenta, que se congela cuando nos movemos tan rápido como la luz, y que corre hacia atrás cuando nos movemos más rápido que la luz. La relatividad general nos diría que el pasado, el presente y el futuro ya existen a la vez en el espacio-tiempo.
Hemos convertido al tiempo en un laberinto lleno de paradojas, y lo peor es que se trata de una magnitud fundamental en física que debería ser objetiva y carente de ambigüedades. Lo que interpretamos se ha distanciado tanto de lo que medimos que ya deberíamos empezar a desconfiar. Si nos preguntamos qué relación puede haber entre tiempo y número de oscilaciones de átomos de cesio, probablemente deberíamos afirmar que ninguna. Las oscilaciones de los átomos no podemos extraerlas del contexto de la materia, y su relatividad tiene que ser una relatividad de la materia misma, pero es dudoso que sea del tiempo.
Recordemos que los experimentos que han confirmado las predicciones relativistas no han medido tiempo sino oscilaciones de los átomos, y que si hablamos de la relatividad del tiempo tenemos que reconocer que no tiene sentido sacarlo del contexto de lo que medimos, que la relatividad está en la actividad propia de la materia. Por lo tanto, la posibilidad de un tiempo que corre adelante o atrás, es la posibilidad de que los procesos de la materia corran adelante o atrás.
En un sistema de referencia cualquiera, todo lo que permanece ligado al sistema nunca podría saltar al futuro o al pasado, solo su actividad podría correr adelante o atrás. Si pudiera saltar en el tiempo tendría que llevarse consigo una copia del Universo entero, porque es evidente que la realidad entera no puede ser alterada solamente por la ocurrencia de un observador que decide saltar en el tiempo.
Todas las paradojas del tiempo están mal formuladas, y el hecho de que encontremos tantas es la prueba de un error de interpretación monumental. Por ejemplo, el nieto que viaja al pasado y mata a su abuelo sin haber generado descendencia es una paradoja completamente absurda. Como mucho, el hipotético viaje del nieto no podría ser más que un retroceso de su propia actividad biológica, haciéndose más joven, pero solo el nieto y no el resto de la realidad. Es evidente que no podría rejuvenecer hasta una edad anterior a su propio nacimiento, pero aunque fuera posible tampoco encontraría a su abuelo como era muchos años atrás, puesto que no era el abuelo quien había hecho el viaje en el tiempo.
Pero una actividad biológica que corre hacia atrás tampoco encaja con lo que se mide si recordamos que se trata de oscilaciones de los átomos. No tiene sentido separar al tiempo de su contexto de medida, por lo que si corre hacia atrás debe ser la actividad elemental de la materia lo que corre hacia atrás, y eso se puede entender como partículas que se alejan de la estabilidad. Las agujas de un reloj no girarían a izquierdas ni el nieto de la paradoja se haría más joven, simplemente cada una de sus partículas terminaría desintegrada, convirtiéndose en fotones de luz que podrían ser más y más energéticos, pero nunca rebasarían su velocidad límite ni saltarían a ningún pasado.
En consecuencia, el tiempo de las ecuaciones relativistas no es verdadero tiempo, solo es el ritmo con el que transcurre el TIC-TAC de los relojes, las oscilaciones de un péndulo o las oscilaciones de los átomos. El tiempo de las ecuaciones relativistas es el ritmo con el que transcurre la actividad de la materia, pero no es verdadero tiempo. Einstein reconocía que si el tiempo se ralentiza también sucede lo mismo con la actividad de la materia, pero su interpretación está marcada por la paradoja del abuelo y, como se ha explicado, no es equivalente a un ritmo variable en la actividad de la materia.
Sea lo que sea el tiempo, no es eso que corre como un río con velocidad variable. Probablemente seguirá siendo tan absoluto como siempre se había pensado antes de la relatividad, o tal vez solo exista en nuestra consciencia, pero no hay duda de que nunca lo hemos comprendido ni medido. Es incuestionable que la relatividad general funciona muy bien hasta donde se sabe, pero el espacio-tiempo debe ser alguna clase de extensión de la materia por dos razones: La primera porque el tiempo no se puede separar del contexto de lo que se mide, y la segunda porque así se comprende por qué la materia curva el espacio-tiempo.
Algunas implicaciones pueden ser las que siguen:
1.      El tiempo absoluto puede seguir existiendo con independencia de lo que medimos, pero es un concepto que no sirve como magnitud física.
2.      Rebasar la velocidad de la luz ya no significa un transporte hacia el pasado sino una destrucción de las partículas más elementales como son los fotones. Tendríamos que pensar que los ladrillos básicos de la realidad que podemos detectar también están hechos de algo, y ese algo puede ser más rápido.
3.      El espacio-tiempo resulta ser una extensión de la materia, y si puede expandirse más rápido que la luz como se propone con la teoría inflacionaria en el Big-Bang, entonces hay algo en la materia que puede ir más rápido que la luz.
4.      Si lo que se mide no es tiempo sino actividad de la materia, es lógico que dependa del movimiento como explica la relatividad especial, ya que el movimiento también es actividad.
5.      Debemos entender que la deformación del espacio-tiempo es deformación de los campos de la materia, pero como esos campos están en el espacio y no son el espacio, no pueden deformarse hasta conectar lejanos puntos en el espacio y en el tiempo, por lo que no tiene sentido ningún salto hacia un futuro o hacia un pasado que ya existen.
6.      Singularidades como los agujeros negros o el Big-Bang no lo son del tiempo y del espacio sino de la materia. El Big-Bang pudo ser el comienzo del Universo pero no el origen del espacio y del tiempo. Sí que podemos pensar en algo anterior, en un espacio y un tiempo que ya estaban ahí.
7.      Como magnitud física, el tiempo es una propiedad emergente que solo existe a partir de cierto grado de integración. De momento, cuando es inferior a un conjunto de átomos nos quedamos sin patrón de medida.
El tiempo y los procesos regulados en lazo cerrado.
Como se ha dicho al comienzo de este apartado, el significado del tiempo depende de nuestra interpretación de la realidad, y el modelo planteado en los primeros apartados también es una interpretación que afecta al significado del tiempo. Una característica fundamental del modelo es la resonancia, la razón por la que hablamos de campos estacionarios y no de ondas que pierden su energía y se dispersan. Esta característica se observa cuando un instrumento musical está bien afinado, pues entonces el sonido se prolonga durante más tiempo y confirma que se ha conseguido con un número entero de longitudes de onda, es decir, que se ha conseguido una nota pura, bien afinada.
Adicionalmente, el fenómeno de la resonancia implica que la energía se realimenta en lugar de perderse fácilmente, pero la realimentación es propia de procesos que se regulan en lazo cerrado. Una forma sencilla de verlo es con la cuerda de una guitarra, que si está bien afinada oscilará exactamente como una onda estacionaria, y en caso contrario tendrá una oscilación irregular, perderá energía muy rápido, y el sonido se apagará igualmente rápido además de no corresponder a una nota pura.

La realimentación de la cuerda se entiende si nos fijamos en las ondas generadoras de la animación, rebotando en cada extremo para devolver a la cuerda la energía que se propaga. Si los impulsos llegaran a destiempo cambiaría la frecuencia de vibración y la cuerda disiparía energía. La condición es por lo tanto que la longitud de la cuerda coincida con un número entero de longitudes de onda, de manera que las ondas rebotadas estén en fase y se superpongan formando una onda estacionaria. Si nos fijamos en los extremos, la prolongación de cada onda generadora coincide con el extremo opuesto, como si la cuerda fuera cerrada y no existieran rebotes. Eso confirma que es equivalente a un lazo cerrado sin extremos abiertos.
¿Y cuál es la relación con el tiempo?
No habría ninguna relación si se tratara de cualquier proceso físico, pero el proceso del que estamos hablando es la mismísima realidad en la que existimos, puesto que todo estará definido por campos estacionarios en los que hay realimentación y resonancia.
En una primera aproximación podemos representar a la realidad como un círculo cerrado por el que pasa información, y la cuestión que se plantea es ¿de qué longitud? Un campo estacionario es indefinido y podríamos pensar en un círculo de longitud infinita, pero si recordamos que hay reacciones reales en cada cruce de ondas, habrá información que rebota en cada cruce y habrá información que mantiene su sentido de propagación, o mejor dicho, habrá un patrón de oscilación que se reparte cada vez que llega a un cruce.
Por lo tanto, existe una realimentación independientemente del número de nodos del campo, habrá lazo cerrado con solo dos nodos, con tres… hasta infinitos nodos. Se podría decir que la realidad está infinitamente interconectada y realimentada. Habrá fuertes lazos cerrados entre las partículas que forman un átomo. Habrá lazos más débiles entre los átomos que forman una molécula. Habrá lazos más y más débiles incluso entre las moléculas de agua y de histamina que tiempo atrás estuvieron en estrecho contacto. Habrá lazos cerrados hasta las escalas de integración más gigantescas como los cúmulos de galaxias, que serán muy débiles pero estarán ahí como demuestra la gravedad.
Solo los procesos realimentados tienen capacidad para regularse a sí mismos y, si la realidad también está realimentada, increíblemente realimentada, entonces tiene sentido que determinados parámetros físicos tengan exactamente el valor necesario para que el Universo no sea un sistema de caos.
Las masas de los electrones, los protones o los neutrones, la velocidad de la luz, la relación inversa de la gravedad con el cuadrado de la distancia… Si no fuera exactamente así, si uno solo de tantos y tantos parámetros tuviera otro valor, el Universo que conocemos no existiría. Si la realidad no estuviera realimentada, las posibilidades de un Universo como el nuestro serían tan remotas que harían falta infinitos Universos hasta llegar a tener la suerte necesaria, en uno solo de ellos.
En cualquier proceso realimentado se recircula información, y esto sucede con retraso. En un punto cualquiera del lazo cerrado existe una información instantánea, pero también existe información que está por llegar e información que ha pasado de largo. Si nos preguntamos qué punto del lazo se corresponde con el instante actual, tendríamos que decir que todos los puntos están en el instante actual, que el proceso regulado existe completo en el presente y que la pregunta es absurda.

           Esa pregunta absurda dejaría de serlo si el proceso regulado fuese la realidad en la que existimos y no cualquier proceso físico, el tiempo no tiene el mismo significado en los dos casos. Si el proceso es la realidad en la que existimos, entonces solo un punto concreto del lazo sería el presente. Los anteriores serían el futuro porque por ellos estaría circulando la información que todavía no ha llegado, y los posteriores serían el pasado porque transportan información que ha pasado ya. Habría pasado, presente y futuro, pero los tres coexistirían en el mismo lazo cerrado como si fueran los fotogramas de una película que ya está grabada, como si el futuro ya estuviera escrito.
Por alguna razón deseamos libertad para elegir nuestro destino, no sería muy prometedora una realidad matemática que pueda predecir lo que sucederá en cada instante. Si nos fijamos en la figura anterior, el futuro inmediato es la superposición de infinitos lazos cerrados que proceden de todas las escalas de integración, lo que significa que el presente no queda grabado hasta la convergencia de todas las condiciones posibles. Podríamos decir que si las condiciones a gran escala lo permiten, entonces cobrarán importancia los pequeños cambios. Por ejemplo la gravedad, que es la más débil de las interacciones, es también la de mayor escala de integración y condiciona cualquier lazo de menor jerarquía, más difícil de predecir que los cambios a mayor escala.
Precisemos un poco más en el caso de campos estacionarios.
La realimentación de un campo estacionario no se corresponde con lo que se ha descrito exactamente, ya que no se trata de un final conectado con un principio sino que existe información circulando en sentidos opuestos. El Universo entero sería la superposición de los campos de todas las partículas, formando una sola corriente que circula en los dos sentidos. Desde radios de onda inmensos (tal vez de radio infinito), una corriente de absorción se desdoblaría repetidamente hasta llegar a las posiciones localizadas de las partículas, y una inmensa maraña de corrientes de expansión infinitesimales se irían fundiendo y perdiendo localidad.
Sería una corriente inmensamente ramificada y si la imaginamos seccionada para un radio de onda determinado, cortando todas las ramas que contengan ese radio concreto, el resultado sería una infinidad de esferas de igual radio repartidas por todo el espacio. Nótese que las corrientes son de ondas esféricas y no existe analogía física para representarlo. Se puede imaginar como una corriente en la que la tubería es el espacio de tres dimensiones y las secciones de la tubería son esferas.
La sección hipotética resultaría mucho más familiar si quitamos una dimensión, pues entonces sería como una infinidad de círculos de igual radio dibujados sobre un papel, exactamente como las ondas de agua que resultarían al arrojar un puñado de piedras en un estanque. El aspecto sería el de un caótico patrón de interferencias sin orden aparente.
Aparentemente caótico pero con la información de toda la realidad física que corresponde a una sección completa de su corriente. Cuanto menor sea el radio de onda de la sección, más parecido tendría con la realidad que percibimos, hecha de masas minúsculas que rebotan frenéticamente, que aparecen y desaparecen como encantadas por un embrujo incomprensible.
Nosotros estaríamos anclados en esa sección más densa de la corriente porque eso es lo que observamos, y por lo tanto es esa sección tan densa la que reconocemos como presente, en la que somos conscientes. El pasado sería la información transportada por la corriente que se expande, dirigiéndose hacia secciones de mayor radio de onda, y el futuro sería la información transportada por la corriente que converge hacia una posición localizada, es decir, hacia nuestro presente.
La diferencia fundamental con un lazo en el que se une principio y fin es que la información vuelve por el mismo camino pero en sentido contrario, como un rebote. Eso significa que cada sección es como un cruce entre el futuro que se aproxima y el pasado que se va, y existirán reacciones entre ese futuro y ese pasado que provocará cambios en los dos, más intensamente cuanto mayor sea la densidad de la sección, es decir, cuanto menor sea el radio de onda o cuanto menor sea su separación en el tiempo.
En consecuencia, el futuro que se acerca se podría comparar con el borrador de una película, que experimenta correcciones a medida que se compara con la información del pasado, con la que se cruza, hasta que se graba un fotograma definitivo con cada información que alcanza la sección más densa que es nuestro presente.
Pero esa comprensión del tiempo sigue siendo subjetiva puesto que, si en todas las secciones de la corriente existen cambios, cualquiera de ellas podría ser el presente, todo depende de la sección de la corriente “en la que somos conscientes”. Por lo tanto, el pasado, presente y futuro que nosotros interpretamos coexisten a la vez, no es verdadero pasado, presente y futuro.
Si volvemos a preguntar cuál es la sección de la corriente que se corresponde con el “presente verdadero”, no el subjetivo, volveríamos a responder que la pregunta es absurda, porque todas las secciones de la corriente existen en ese presente verdadero. Por lo tanto, si el tiempo absoluto existe, debe de ser el ritmo con el que fluye la corriente de lo que somos. En todo caso, ni el verdadero tiempo ni el subjetivo pueden ser una magnitud física coherente, el verdadero porque no lo podemos medir y el subjetivo… ¡porque no es objetivo!
Pero en definitiva, ¿qué es el tiempo?
La conclusión es que existe un tiempo verdadero que es independiente de los infinitos lazos cerrados que construyen la realidad, y tan absoluto como pensaba Newton. Sin embargo, para cada uno de los infinitos lazos cerrados existe un pasado, un presente y un futuro, pero los tres evolucionan desde un presente verdadero hacia un futuro verdadero que no está escrito, y han dejado atrás a un pasado verdadero que nunca volverá.
Puesto que solo somos conscientes de la realidad más densa de los campos (la corpuscular) y nos limitamos a tantear a ciegas la extensión ondulatoria, solo vemos un presente corpuscular aunque ya exista una realidad que está por llegar y otra realidad que ha pasado, pero las tres forman parte del presente verdadero y las tres están sujetas a cambios. Como formamos parte de la realidad completa existimos a la vez en el pasado, en el presente y en el futuro, aunque solo en un presente verdadero y absoluto.
Lo siento, pero las conclusiones del modelo se acercan a lo que muchas personas no aceptarán como ciencia y lo tacharán de metafísico. Pero en ese contexto metafísico cabe de todo y resulta demasiado espinoso distinguir una tontería monumental de lo que vale la pena investigar.
Si pudiéramos ampliar nuestra perspectiva y traducir la información a la forma en que la reconocen nuestros sentidos, no sería imposible desviar nuestra vista hacia el pasado y el futuro, y darnos cuenta de que son tan reales y están igual de vivos como el presente.
Extrañamente, viajar en el tiempo sería posible sin curvaturas del espacio-tiempo, sin viajar más rápido que la luz, y sin paradojas temporales. Podría ser simplemente una sorpresa que nos tiene reservada la evolución, y de la misma forma que hace miles de años alguien se reconoció a sí mismo en el reflejo del agua, alguien reconocerá algún día que se ha hecho consciente en el pasado y en el futuro.
Si la consciencia surge del borrador realimentado que sería la realidad misma, nada tendría que ver con una infinidad de conexiones en circuitos neuronales. Se podría decir que la consciencia ya existía y que la vida consciente evolucionó después, y eso querría decir que una máquina no será nunca consciente de sí misma porque su causa y efecto siguen el proceso inverso, como una casa que se construye comenzando por el tejado.
Un poco de ficción para terminar.
Supongamos que se desmorona el confinamiento de nuestra consciencia y somos completamente libres para ver y sentir en todas las secciones de la realidad, viajando al pasado y al futuro con solo pensarlo…
Supongamos que de repente viéramos otra sección de la realidad, con aspecto de un mar de interferencia de ondas que nuestra mente traduce a formas nítidas y comprensibles. Nuestro presente habría experimentado un desfase hacia el futuro o bien hacia el pasado, dependiendo de la información experimentada o “sintonizada”, pero en todo caso seguiría pareciendo el presente. Si el desfase fuera lo suficientemente grande, quizás nos viéramos envueltos en una histórica batalla medieval o tal vez, solo con pensarlo, apareciésemos en una bulliciosa ciudad del futuro con vehículos voladores. Las dos cosas serían reales, aunque la visión del futuro tendría que ser una realidad difusa, no condicionada todavía por cambios de menor escala de integración.
Después de volver a nuestra sección más densa de la realidad y pasado el tiempo necesario, tal vez visitaríamos la ciudad soñada y descubriríamos lo significativos que fueron los cambios que aún faltaban por llegar, habría coincidencias y discrepancias con lo que soñamos, pero nos daríamos cuenta de que el sueño no había sido un sueño, que lo habíamos visto de verdad. Los edificios, los vehículos, las ropas de la gente… en todo habría detalles que se distinguirían muy poco de lo que soñamos, algunos inexistentes en la época en la que soñamos, pero ciertos cuando ha pasado el tiempo. Buscaríamos libros de la historia medieval y descubriríamos que la batalla soñada fue real, que la realidad guarda memoria de todo lo que acontece y lo combina con el resto de la realidad para escribir un futuro difuso, pero tan cierto como el dolor que sentimos cuando nos golpeamos.
Descubriríamos que un objeto perdido con el susto de la batalla medieval aparecía en el mismo lugar que lo perdimos, en el aparente sueño del pasado, o que alguien de la ciudad soñada nos recuerda cuando la visitamos mucho tiempo después. Descubriríamos que habíamos dejado huella en el pasado y en el futuro, que no era una película proyectada desde el inconsciente, que el pasado y el futuro están igual de vivos que el presente.
Extraño, ¿verdad? Pero es más extraño aún que se parezca tanto a mucho de lo que habitualmente se califica de metafísico, y probablemente de charlatanería. Es extraño que todos los que pueden contar una experiencia cercana a la muerte parezcan coincidir en el modo que han experimentado el tiempo y la percepción de la realidad, yendo a otro lugar y otro tiempo solo con pensarlo. Extraño es que algunas personas hayan podido verificar que lo que han visto en su tránsito hacia la muerte era cierto, como los casos de ciegos que podían describir lo que sucedía en el quirófano cuando su actividad cerebral se había perdido.
Pero todo eso no es ciencia porque no se puede verificar… Sin embargo, ¿acaso podemos verificar que se ha descubierto el bosón de Higgs? No, solo podemos creer o no creer lo que nos dicen los físicos que trabajan en el acelerador de partículas más grande del mundo. Solo algunos han sido testigos directos de la verificación experimental, lo mismo que solo algunos han sido testigos directos de lo que un ciego dice haber visto cuando ya se consideraba muerto.
Vale la pena recordar el enorme trabajo de la psiquiatra Elisabeth Kubler Ross, quien documentó alrededor de 20.000 casos de experiencias cercanas a la muerte. Gracias a ella se comprende mucho mejor la psicología de los que se acercan al fin de su vida, y es una referencia indiscutible en psicología, medicina y enfermería, para cualquiera que deba tratar con moribundos. ¿Cuántas pruebas hacen falta para que un trabajo se considere científico? Porque si son menos de 20.000, entonces quizás deberíamos aceptar como ciencia las conclusiones de Elisabeth y sus colaboradores, cuando afirmaban que la muerte no existe.



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